Dolor de hombro

Guardar reposo para rebajar la inflamación es la primera medida que se adopta cuando sufre esta articulación. Una de las razones tras el dolor suele ser la tendinitis del manguito

SI HAY algo que desespera es que las tareas habituales de tu vida cotidiana se vean limitadas, y sin duda el dolor de hombro provoca esa situación.

El hombro es el principal brazo de palanca de la extremidad superior, y para entender por qué nos duele el hombro primero tenemos que entender cómo funciona. Intervienen varias articulaciones: glenohumeral (entre húmero y escápula), acromioclavicular (entre escápula y clavícula), escapulotorácica (entre escápula y pared torácica) y esternoclavicular (entre esternón y clavícula). Se trata de la articulación más móvil del cuerpo humano, pero también la más inestable.

La cabeza humeral tiene un contacto reducido con la pequeña y poco profunda cavidad glenoidea de la escápula lo que ofrece poca estabilidad intrínseca. Por ello precisa estabilizadores primarios o estáticos como son la cápsula articular y el rodete glenoideo; y los que a nosotros más nos interesan, los dinámicos o secundarios que son los músculos del manguito rotador: supraespinoso, infraespinoso, subescapular y redondo menor.

Por lo tanto la función del manguito es primordial para la estabilidad y el correcto funcionamiento del hombro. Los músculos del manguito deben funcionar de forma sincrónica para que cuando un músculo ejerza un movimiento otro ejerza una tensión contraria que mantenga centrada la cabeza humeral en la cavidad articular. Por eso la disfunción de un músculo del manguito, por rotura o atrofia, hará que el hombro no funcione de una forma congruente y ello puede provocar dolor con el movimiento por el roce o choque entre estructuras.

Son frecuentes las tendinitis del manguito, patologías por sobreuso que provocarán dolor en hombro y parte superior del brazo. Con frecuencia se asocian a actividades repetitivas o deportes de raqueta, natación o pesas. El problema, es que muchos pacientes no buscan atención hasta que el dolor llega a ser persistente o significante de modo que impida sus actividades normales, cuando muchos responderían adecuadamente a una terapia inicial, evitando que el daño progrese.

También se puede producir dolor por la alteración del espacio por el que discurren los tendones. Es lo que se conoce como síndrome subacromial y hace que los tejidos blandos se pellizquen entre la cabeza del húmero y el techo del hombro. En ocasiones se requiere intervenir para ampliar dicho espacio.

Importantes son las lesiones o roturas del manguito. Estas como he explicado anteriormente generarán una malfunción del hombro. Siempre es importante personalizar. Siempre se tratan pacientes, no pruebas. Dependerá no solamente de la extensión de la lesión el precisar un tratamiento conservador o quirúrgico, sino del propio paciente.

Una rotura masiva en un paciente de veinte años es quirúrgica, en cambio en un paciente de 80 años con buen control de dolor y una actividad correcta probablemente no, aunque nunca se debe generalizar.

El tratamiento debe ser personalizado, en función del origen del dolor y la fisiología del paciente. En este punto es muy importante realizar una correcta exploración clínica y las características del propio dolor: «Me duele más por la noche», «no puedo atar el sostén», «me duele cuando...».

En mi opinión nunca hay que empezar la casa por el tejado, no existen soluciones mágicas e intervenir de entrada no siempre es la mejor opción. Lo más efectivo es, de entrada, dejar de forzar el tejido afectado y guardar reposo para que baje la inflamación, combinado con fisioterapia o fármacos. Hay que tener paciencia y dar tiempo para que se restablezca el tendón. En este punto la colaboración del paciente es fundamental.

Una buena rehabilitación no está en manos del traumatólogo o del fisioterapeuta, requiere de la implicación del paciente que realice en casa los ejercicios que se le recomienden.

Otra opción son las infiltraciones, generalmente de anestésicos con corticoides. Es frecuente que los pacientes sean reacios a este tratamiento pero correctamente indicadas y de manera puntual son muy efectivas y no provocan daño alguno. Y en última instancia las cirugías, que se pueden realizar por artroscopia o a través de pequeños abordajes, siempre deben ser correctamente indicadas según patología y con implicación fundamental del paciente en ejercicios de recuperación pre y postoperatoria.

[email protected]

Más en La ventana del Experto
Comentarios