La colaboración ciudadana es la única vía para evitar otra tragedia como la de Tui

El perímetro de seguridad que marca la ley hubiese evitado las muertes en Páramos. Pero el galpón que explotó incumplía todas las normativas

La distancia con los núcleos habitados es la regla de oro de las pirotecnias. De cumplirla el almacén de Tui, hoy no estaríamos hablando de tragedia. Pero el taller clandestino de Paramos no se ajustaba ni de lejos a la normativa que rige las instalaciones artificeras, que es estricta, puntillosa y por cuyo cumplimiento vela regularmente el Estado.

Una ley que no evita que se produzcan accidentes —y "cuando los hay son gordos", reconocen en el sector—, pero que rara vez afectan a quienes se encuentran fuera de las instalaciones. Casi todas las víctimas de la pirotecnia en Galicia han sido, históricamente, empresarios y operarios.

En Tui la desgracia se cebó con un matrimonio que nada tenía que ver con la actividad de Francisco González Lameiro, el hombre que almacenaba una tonelada de explosivos en un galpón ilegal.

Santiago López, que además de empresario del sector es vicepresidente de la Asociación Gallega de Industriales Pirotécnicos, se alinea con la Xunta en la búsqueda de soluciones, o mejor dicho, solución, para evitar que se repita la tragedia. "Ni yo ni mis compañeros pensábamos que hubiese polvorines clandestinos en Galicia hasta el día de la explosión. Es muy difícil detectar que alguien esconde esa actividad en su finca, los únicos testigos muchas veces son los vecinos", aprecia, para llamar a "todo aquel que vea algo raro" a denunciar. "Gente así nos perjudica porque mancha el nombre de todos", lamenta.

El vicepresidente de los pirotécnicos gallegos cree que la deflagración de Tui pudo estar causada por un chispazo o cortocircuito 

Al empresario le "cuesta mucho entender cómo alguien pudo incumplir así las normas". "En todas las profesiones hay garbanzos negros y esta no es una excepción", cita en alusión al imputado por el estallido de Tui, al que conoce personalmente porque fue durante años compañero suyo en la patronal. Se marchó "por diferencias con otros empresarios·, sintetiza López evitando tirar más del hilo.

¿Un cortocircuito? El vicepresidente de los pirotécnicos gallegos tampoco consigue despejar los porqués de la deflagración mortal. El acusado declaró que guardaba "nitrato de potasio" y "azufre" en el ya tristemente conocido almacén de Paramos, dos sustancias que "son inofensivas al no ser que actúen en una mezcla", explica López. Su hipótesis es que comenzó a arder material pirotécnico ya terminado, "posiblemente a causa de un chispazo o cortocircuito", y acabó detonando, si bien evita estimar en qué cantidad. En este sentido, el empresario recuerda que las instalaciones que cumplen con la ley, como Pirotecnia López, carecen de iluminación en los almacenes comerciales —de producto finalizado— precisamente para evitar "cualquier percance con el sistema eléctrico". La única luz que entra en estas estancias procede de un foco situado en el exterior. Pero, una vez más, el galpón de Paramos destacaba por la ausencia de cualquier medida ajustada a la legalidad.

Mapa de una pirotecnia

Inspecciones. El vicepresidente de los pirotécnicos gallegos vuelve a contraponer el caso de Tui con la severa normativa que rige el sector y sobre la que, resalta, existe un gran control de la Administración. "Tenemos inspecciones trimestrales, que se alternan entre las de Industria y las de la Guardia Civil", cuenta López, que detalla que "los agentes se encargan de la seguridad ciudadana, velando por que las instalaciones estén alejadas de casas, por ejemplo; mientras que el Ministerio supervisa la seguridad industrial, es decir, que los operarios trabajen bajo la normativa".

La ley de artículos pirotécnicos lo regula prácticamente todo en el sector. Sin embargo, pese a lo actual de la normativa —está recogida en un real decreto de 2015—, hay un factor que se le escapa: el de la formación de los empleados, que no es reglada y sigue adquiriéndose mediante la experiencia.

Cuando edificaban cerca. El dueño de Pirotecnia López concluye transmitiendo una vieja queja del sector que, aunque no tiene razón de ser con la actual legislación, los perjudicó durante años. Y se refiere precisamente a la regla de seguridad más importante en este tipo de instalaciones: el perímetro con las casas. El empresario aplaude la actual norma, que marca medio kilómetro, pero lamenta que «hasta hace poco» no se respetaba distancia alguna.

"Los pirotécnicos sabíamos que era necesaria pero algunos vecinos se ponían a costruír su casa a unos pocos metros" del polvorín, relata, si bien responsabiliza "a los ayuntamientos" de permitir una situación que vivió en sus carnes: "Tuve que cambiarme de sitio en 2007 porque las casas me cercaban. Sabían que no debían construir cerca y lo hacían igual".

El problema que menciona López no es menor y está detrás del litigio del detenido en Tui con el vecino que hace una semana denunció sus almacenes ilegales. Las rencillas venían de atrás: el acusado se querelló contra este residente en 2008 por edificar cerca de su pirotecnia y este respondió con otro pleito que demostró que la empresa no tenía licencia. Ahí comenzó la caída en desgracia de La Gallega y su dueño, que culminó una década después con las trágicas y conocidas consecuencias.

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