Opinión

Ciclistas

ARRECIA EL triste balance de fallecimientos, o de heridos de gravedad, de ciclistas arrollados por automóviles, y que pudieran ser aún mayor dado el grado de temeridad que se aprecia en mucho casos. Está muy bien que se considere a quienes circulan en bicicleta, pero cuanto mayor es la deferencia, mayor es el riesgo.

No basta con exhortar a los automovilistas para que respeten las normas, sabiendo que muchos de ellos nunca lo harán, por la circunstancia que sea, y por lo tanto nada ni nadie puede suponer que un ciclista que no se aparte de lo reglamentado no vaya a ser arrollado por un desaprensivo.

Están también, claro, los que pilotan una bicicleta e infringen lo establecido, atribuyéndose potestades que no tienen. ¿Qué se puede hacer? No promulgar reglas temerarias a la hora de implantar normas de circulación vial. Habrá carreteras, o tramos de ellas, de difícil trazado o firme defectuosos, que desaconsejen la presencia de ciclistas, o de ciclistas que vayan en paralelo. No es privar ni conculcar ningún derecho, sino prevenir para evitar daños irreparables. Y no tener que lamentarlos, que solo confirmaría la fatalidad. 

Comentarios