Opinión

Antiokupas

ALGO falla. Cuando los vecinos, en este caso del barrio lugués de la Milagrosa, se ven obligados a erigirse en un frente antiokupas, es señal de que, por lo que sea, los resortes de seguridad ciudadana, consagrados en un Estado de derecho, no funcionan. La carencia, derivada de la inacción de los poderes públicos, es mucho más grave de lo que aparenta, abonando lo que puede ser el arranque de desórdenes incontrolados, donde cada cual se tome la justicia por su mano, recurso que siempre es malo e inasumible cuando se habla de garantizar apropiadamente la tranquilidad de la población. Pero hay que entender muy seriamente la agitación y la impaciencia de los vecinos, viendo como asaltan sus casas, cuyos desalojos van para largo; aguantando a diario, como ellos los califican, comportamientos obscenos, suciedad, ruidos, robos y toda una retahíla de arremetidas que trasgreden los cánones de convivencia. Miedo, en una palabra, a que pueda ocurrir un disgusto mayor en cualquier momento. Son situaciones límite que no se resuelven templando gaitas ni aplicando florituras, sino haciendo cumplir la ley. Mirar para otro lado no lo remedia.

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