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Sin minutos de la basura

El bipartito se prepara para arrancar mientras la atención política la centra el lío en el PSOE

Méndez, junto a Santos y el resto del equipo. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Méndez, junto a Santos y el resto del equipo. VICTORIA RODRÍGUEZ

Las primeras semanas de un nuevo mandato en un gobierno en el que continúa la misma persona al frente suelen ser como los llamados minutos de la basura en el baloncesto, donde el equipo que acumula una renta suficiente se deja llevar y el perdedor ya está pensando en el siguiente partido.

A diferencia de lo que ocurre con el Congreso de los Diputados, donde Pedro Sánchez podría repetir una investidura fallida como la de 2015 por no haber amarrado los apoyos necesarios antes de la votación, en los ayuntamientos la puesta en marcha de un nuevo mandato suele ser más sencilla por la normativa que da a los candidatos más votados la alcaldía si no hay un acuerdo entre los grupos.

En Lugo, como el pacto era cantado, la investidura de Lara Méndez fue un trámite pero lejos de haberse relajado el panorama político tras las elecciones, los minutos de la basura que se aventuraban esta semana tuvieron unos animadores inesperados, los socialistas, cuya crisis interna de nuevo por la elección de un presidente de la Diputación ha solapado el arranque del nuevo gobierno.

De hecho, en la constitución de la corporación lucense las miradas estaban centradas en Álvaro Santos, que mientras tomaba posesión como concejal de Lugo meditaba presentar su renuncia como secretario provincial del PSOE. Fue el lunes cuando decidió el todavía diputado provincial en funciones dar su brazo a torcer en el pulso con el líder del PSdeG, Gonzalo Caballero, y con el alcalde de Monforte, José Tomé, quien se postuló como presidente frente a la hasta entonces candidatura oficialista de Darío Campos.

Tras aprovechar su dimisión para rajar de nuevo contra la dirección del PSdeG y contra los compañeros que le habrían dejado solo en los últimos días, el interés sobre el futuro de Santos se centró en saber cuál sería su papel en el nuevo gobierno y si la tensión interna en el partido se trasladaría al Concello.

De hecho, la minicrisis suscitada entre Lara Méndez y el BNG a cuenta de la creación de una vicealcaldía de la que no se había hablado en las reuniones del pacto apenas levantó polvareda, en parte porque todavía quedaban por atar muchos cabos en el seno del futuro grupo socialista.

Y mientras el PSOE lucense trataba de evitar situarse ante un nuevo caso Martínez, el BNG comenzaba esta semana a aterrizar en un ayuntamiento funcionando con el piloto automático a la espera del decreto definitivo que reparte las áreas de gobierno. Los nacionalistas saben que se la juegan en este mandato ante sus nuevos votantes y por eso comenzaron a visitar los departamentos municipales de los que se harán cargo, mientras la futura concejala de cultura inició las reuniones con las asociaciones que nutren gran parte de la programación del Concello. Hay ganas de empezar el nuevo partido, pero de momento toca precalentamiento.

Oposición firme del PP
El popular Ramón Carballo dejó entrever en la constitución de la corporación que no va a dejar mucho tiempo de gracia al bipartito antes de comenzar a ejercer de firme líder de la oposición. Los populares centraron el anterior mandato en denunciar la "parálisis" del Concello y con la entrada de "los socios de Bildu", como les gusta a los populares denominar al BNG, la dureza de las críticas al gobierno seguramente se agudizará.
Ciudadanos, en 'stand by' 
Olga Louzao y su nuevo compañero de grupo, el abogado Juan Vidal-Pardo, se debatirán durante el nuevo mandato entre sumarse a una oposición dura al bipartito o mantener el perfil propositivo de los últimos años. De momento en Ciudadanos están a la espera del arranque del gobierno para definir su estrategia, mientras se reponen del varapalo de no haber conseguido aprovechar la división del voto de centro-derecha.
La factura de los políticos
El personal asesor de los grupos políticos está cesado desde la semana pasada y a la espera de que el pleno de organización decida su futuro. El reparto de dedicaciones exclusivas entre los nuevos concejales determinará el gasto que les quedará a los grupos para contratar asesores. Porque a pesar de que hay dos menos, el presupuesto para gasto político puede aumentar al haber más ediles en el gobierno.

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