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Historia del nacionalismo sociológico

EL TÍTULO de este texto es tan pomposo como incierto, pero ahora ya está puesto. Cinco años empleó Victoria Armesto en escribir su Galicia feudal. De 1964 hasta 1969, año en que Galaxia lanzó la primera edición. Para documentarse viajó mucho a bibliotecas de los EE UU y de Alemania y recabó documentación que fue solicitando a archivos y bibliotecas universitarias de medio mundo. Claro, no había Internet. Por aquella época era más fácil encontrar un ejemplar de una obra antigua en Austin, que está en Texas o Wisconsin, no recuerdo, que en una biblioteca de A Coruña o de Madrid, así que la buena señora tuvo que gastarse una pasta para escribir su libro, pero eso le daba igual porque era millonaria.

Ilustración para el blog de Rodrigo Cota. MARUXASe aprende mucho en esa obra, que cuenta nuestra Historia desde que Galiza existe como nación, sigue con Prisciliano y así hasta bien acabada la Edad Media. Una de las cosas que más asombran, al menos a mí, es la naturalidad con la que muestra, a través de los personajes y los momentos históricos, su concepto del nacionalismo. Del nacionalismo gallego, claro está. Para ella, nacionalista era todo aquel o aquella que tenían una idea clara de Galiza como nación, así de simple. Le daba igual que lo fuera un arzobispo del siglo IX que un conde del XV. Y todo eso lo publicó cuando teníamos en nuestro país cuatro nacionalistas mal contados, en pleno tardofranquismo, que era como el franquismo de toda la vida pero montado en un Seat 600.

Yo comparto esa definición de nacionalismo que propone Victoria Armesto porque es algo con lo que se pueden identificar muchos gallegos sin entrar en contradicciones ideológicas que nada tienen que ver con el nacionalismo. Es que una cosa es el nacionalismo y otra muy diferente lo que cada uno propone para su desarrollo y la consecución de su objetivo final, que es el mismo hoy que hace mil años: mantener la plena independencia cuando se ha tenido y recuperarla cuando se ha perdido, que es el momento histórico que vivimos desde hace unos cuantos centenares de años.

Cuando se publicó Galicia Feudal, decíamos, en Galiza había cuatro nacionalistas. Aquí como en España la oposición clandestina se dividía entre socialistas y comunistas y entre ellos se peleaban porque en base a la moda a la que cada uno se apuntara había maoístas, trotskistas, leninistas, stalinistas, marxistas, eurocomunistas y celíacos. En Euskadi y Catalunya sí había nacionalistas, pero los nuestros estaban muy mayores y vivían exiliados en Francia, en Argentina o en México y eran un poco como esa casa de Puigdemont en Waterloo, que por mucho que se diga que ahí reside, además del propio Puigdemont, la soberanía legítima del pueblo catalán, me da a mí que no, que eso es demasiado decir y usted lo sabe.

Volvemos a lo nuestro: hoy el nacionalismo lo acapara con toda justicia el BNG, que no lo digo yo sino las urnas. Y no es que sea un nacionalismo excluyente, sino que impone un marcaje ideológico que asusta a alguna gente. Es que hay muchos nacionalistas que ni saben que lo son, o lo saben y no encuentran una papeleta para meterla en una urna porque no son de izquierdas. Otra de las cosas que se leen en el libro de Victoria Armesto es que no hace distinción entre nacionalismo y galeguismo, como tampoco lo hicieron en su día Bóveda o Castelao. Utiliza ambos términos para referirse a personajes como el Padre Sarmiento o el arzobispo Xelmírez, dándole siempre el mismo significado.

Pero nacionalistas fueron el mariscal Pardo de Cela, el conde de Lemos o el de Caminha, quien no sólo luchaba abiertamente por la secesión, sino que se proponía como rey: "En Galiza basta a miña Casa", decía refiriéndose a la Casa de Soutomaior de la que era titular. Era un animal, además, así que hubiese sido un gran rey. Oh, la vida. Es sabido cómo acabaron estos tres personajes: El de Lemos murió de viejo; a Pardo de Cela le cortaron el pescuezo junto a su hijo, un niño, y el de Caminha desapareció misteriosamente un buen día tras celebrar una audiencia con los Católicos. Vasco de Aponte, el cronista que se ocupó de contar esa etapa del último tercio del siglo XV, da en una misma frase tres versiones de su muerte. Que enfermó, que lo asesinaron, o ambas cosas, o sea que lo mataron mientras estaba enfermo o enfermó mientras lo mataban. Esto último tiene sentido.

A lo que vamos. Puede usted ser nacionalista, en todo el sentido de la palabra y ser de centro o de derecha, sin pasarse, que luego se pone usted toda loca y a saber. Galiza ha tenido cientos de nacionalistas o millones que a lo largo de la Historia han practicado todo tipo de posición ideológica. Por eso no es bueno decirle a un nacionalista que no cumple los requisitos porque no es de izquierdas, pongo por caso. El caso es que la base sociológica del nacionalismo es mucho mayor que la base ideológica del BNG.

No sé a qué estamos esperando para presentar al pueblo una opción que permita a todos los nacionalistas serlo sin sentirse incómodos con sus contradicciones ideológicas. Los que votan al BNG son de izquierdas. Los otros no tienen a quién votar. Fin del asunto.