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El negro es usted

USTED ES NEGRA o negro. Vamos a asumirlo de un golpe, que es la mejor manera de afrontar un cambio radical que convierte a uno en alguien diferente. Supongo que ya conoce usted la noticia que da cuenta de la presentación de Elba en el Museo Xeolóxico de Quiroga (Lugo). Elba es la primera persona gallega de la que tenemos noticia y también la primera del Estado español. Vivió en el Mesolítico, hace de eso unos 9.300 años.

Hay ciertas contradicciones en la presentación del personaje. Por ejemplo, los investigadores dicen que era una mujer de entre 20 y 40 años, metro y medio de altura; que sufría algunas dolencias, era vegetariana y pastora de uros. Estas dos últimas cosas no cuadran. Si Elba era vegetariana no lo sería por decisión propia, que no estaban los tiempos para afrontar debates éticos sobre la alimentación humana y el maltrato animal. Más bien es de suponer que era vegetariana porque aquél era el alimento al que tenía acceso. Pero claro, en lugar de buscar verduras se dedicaba a pastorear uros, unos toros salvajes ya extinguidos hace tres o cuatro siglos y que podían medir unos dos metros de cruz. O sea, que una vegetariana pastora de uros, como que no lo veo. Entre los tres uros tenía allí carne para alimentar a todas las tribus del noroeste peninsular durante unos cuantos días.

Ilustración para el blog de Rodrigo Cota. MXLo de la pastorcilla de uros es una interpretación imposible de probar y mucho menos de comprobar. El caso es que junto a los huesos de Elba aparecieron los de los tres uros. Elba, supongo yo, iba caminando sobre el techo de una cueva cuando éste se hundió, cayó en la cueva y se mató. O más bien pasaron primero los uros, que con su enorme peso hicieron caer la frágil cobertura de la cueva y luego llegó Elba, que igual iba pensando en las batuecas, no vio el agujero y cayó. De ahí la teoría de la pastorcilla.

Todo eso nos da lo mismo, qué quiere usted que le diga. Lo que nos merece una refl exión es que era negra. Eso no es una teoría, sino un análisis de ADN. Y es de suponer que Elba no era la única. Su familia, sus colegas, probablemente eran todos negros y negras y se daban besitos y nacían bebés negros. O sea que usted y yo, apreciado amigo mío, somos negros. No me venga ahora a negármelo enseñándome el color de su piel, que eso no tiene nada que ver. Que luego llegaran a nuestra tierra personas de colores y se mezclaran con sus ancestros negros de usted, no le da a usted la razón. Uno es lo que dice su ADN y el de usted dice que tiene algo de negro. Tampoco se justifique con eso de que "yo no soy racista que tengo un amigo negro". Ya, y los de Vox un diputado.

Usted no debe ser racista por miles de motivos, entre los que se encuentra que el negro aquí es usted. Usted desciende de Elba y de muchas mujeres y hombres negros que poblaban lo que hoy es este país.

La época en la que vivía la abuela Elba es muy difícil de estudiar. Los enormes cambios entre el Paleolítico y el Neolítico son tan grandes y tan obvios que la etapa que quedó en medio es complicada. Los humanos fueron avanzando, avanzando y un buen día eran agricultores, comerciantes, entonces sí ganaderos y grandes constructores. Pero ahora sabemos algo importantísimo: que éramos negros. Al menos la única persona estudiada lo era: pelo negro, ojos negros y piel negra. Como usted, como yo y como Ortega Smith.

Eso carece de importancia si a usted le da igual el color de la piel de los demás. Pero si es una de esas personas a las que no les da igual, que juzga al prójimo por el color de su piel, mírese en el espejo, que ya verá cómo encuentra horrorizado algunos de los rasgos que heredó de la abuela Elba. Piense que cualquier día va usted por Minesota y un policía blanco le pega siete tiros por ser negro. O que viene en una patera y le dejan morir ahogado por el color de su piel. Sí, la vida es complicada para nosotros los negros.

Asúmalo, hágase el favor. Aprenda a conocerse e intente que el negro que lleva dentro le ayude a ser un poco mejor persona. Piense en la abuela Elba y en lo dura que fue su vida y seguramente su muerte, pues una caída de varios metros en una cueva suele doler, supongo yo, que nunca me caí en una cueva y espero no hacerlo tampoco en adelante. Pues lo dicho. Ahora que ya sabe que es usted negro, compórtese como un ser humano.