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Los documentos cuestionables del Colón gallego

Resulta que ni Colón ni nadie dijo jamás cómo se llamaban sus padres ni su hermana

MaruxaHablábamos la semana pasada de la disputa entre Manuel Murguía y Celso García de la Riega a propósito del origen del pueblo gallego, que uno proponía con razón celta y el otro equivocadamente griego. No fue el único asunto que enfrentó a estos dos enemigos mortales. En 1898, don Celso pronunció en Madrid, en sede de la Sociedad Geográfica, una famosa conferencia en la que proponía que Cristóbal Colón era oriundo de Poio.

Basaba su teoría en tres pilares fundamentales: la toponimia empleada por el genocida para nombrar a los lugares que iba descubriendo en el llamado Nuevo Mundo, coincidente con muchos lugares de las Rías Baixas; la lengua utilizada en sus manuscritos, con innumerables palabras y expresiones en gallego; y finalmente una serie de documentos que pretendían demostrar que una familia de apellido Colón había vivido en el lugar de Porto Santo, del citado municipio de Poio.

La tesis de De la Riega fue inmediatamente aceptada por estudiosos, investigadores e historiadores del mundo entero. Pero no mucho tiempo después, la parte contraria liderada por Murguía, desestimó el asunto al advertir que gran parte de la documentación presentada por Celso había sido manipulada, según decían, falsificada para hacerla coincidir con la genealogía de Colón: padre, madre, hermanos y hermana aparecían en los papeles cuestionados.

Había otro asunto que hacía dudar seriamente a muchos historiadores, como el gran Enrique Zas: si la genealogía del Colón genovés era una invención: ¿por qué los nombres de pila coincidían en una y otra? Resulta que ni Colón ni nadie dijo jamás cómo se llamaban sus padres ni su hermana, por lo que era muy sospechoso que los nombres de pila de una y otra tesis coincidieran.

Mientras la teoría circulaba y se publicaban más de un centenar de libros sobre el asunto, la guerra abierta entre Murguía y De la Riega se recrudecía. Murguía contaba con el apoyo de numerosas eminencias, caso de Casto Sampedro, y de las academias gallega y española, que elevaron informes negando la veracidad de los documentos, mientras que don Celso tenía fieles seguidores por todas partes. Reconoció que los escritos habían sido manipulados, pero no para cambiar nombres o apellidos, sino para realzarlos, para que salieran mejor en las fotos. La excusa no era muy buena, todo hay que decirlo.

A fecha de hoy el asunto sigue sin resolverse. No hace mucho, por iniciativa de uno de los herederos de Celso y de una asociación cultural, se enviaron varios documentos al Instituto del Patrimonio Cultural de España para proceder a un nuevo estudio. Conocido el resultado, los rieguistas cantaron victoria, pero parece que la conclusión es tan difusa como los documentos, pues nadie ha visto jamás ese informe a pesar de ser público, es decir de usted y mío, que lo hemos pagado. Tanto la institución que analizó los papeles como la asociación que los cedió guardan celosamente los resultados, por lo que sobran motivos para seguir recelando.

El caso es que a pesar de los vaivenes y el oscurantismo, la teoría sigue en pie. Primero porque tres de esos documentos están inmaculados y jamás se ha vertido sobre ellos sospecha alguna. Hay quien cree que lo que hizo De la Riega fue retocar los otros para redondear su investigación y complementar a estos tres; y en segundo lugar la cosa se sostiene porque tanto la toponimia como la lengua empleada por Colón en sus escritos son incuestionables y parecen demostrar que Colón era gallego y natural de la Ría de Pontevedra.

Las investigaciones han continuado durante más de un siglo a pesar de los vaivenes y de las sospechas y algunos como Alfonso Philippot o Ángel Carracelas han aportado numerosos elementos de prueba que, además, relacionan al Colón gallego con el conde de Caminha, el famoso Pedro Madruga.

Así están las cosas y así seguirán. Lo cierto es que si se pudiera demostrar que Colón era gallego sobraban los más de cien libros y miles de artículos que se han escrito sobre el asunto: bastaría con un párrafo y una prueba incuestionable que difícilmente aparecerá a estas alturas. Las numerosas teorías sobre el origen del navegante se sostienen bajo el siguiente principio: "Si no está demostrado que fuera genovés, lo mismo nació en mi pueblo".

Sin embargo, de entre las numerosas propuestas, la gallega sigue siendo una de las más potentes, hasta el punto de que Poio tiene una de las numerosas casas natales de Colón que hay en Europa y en ella se alberga un museo que explica maravillosamente bien la teoría.

Mi opinión sobre los documentos sospechosos es la siguiente: quémense, prescíndase de ellos, destrúyanse, tírense a un contenedor, que al menos valdrán para reciclarse. Nunca han hecho falta. Siempre han sido un lastre. Quedan los tres que demuestran que el apellido existió en Poio, y como dijo alguna vez uno de los autores que han defendido al Colón gallego, "de los tres nos sobran dos". Si el Colón gallego ha sobrevivido a ellos, malo será que no lo siga haciendo más vigorosamente sin ellos.

O eso, o que el informe que con tanto celo esconden quienes lo esconden vea la luz para que todos lo podamos leer.

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