ME CONTARON una vez la historia de cuatro gallegos que fueron a Madrid a un partido del Celta, a un concierto de los Rolling o a lo que sea, que eso lo mismo da. En el momento de organizar el viaje uno propuso ir en el coche de otro, pues era más cómodo y espacioso, pero un tercero no estuvo de acuerdo, pues afirmó que ese coche consumía mucho, que mejor en otro, y el cuarto le dio la razón. Sin resolver esa cuestión, pasaron a decidir la hora a la que saldrían. Sugirió alguno que mejor temprano para llegar a comer a Madrid y tener algo de tiempo antes del evento, pero tampoco en eso se pusieron de acuerdo, pues para un par de ellos era mucho madrugar, con lo que eso también quedó en el aire.
Pasaron al siguiente punto: quién conduciría. Dos exigían hacerlo y los otros dos no solo se negaban a conducir, sino que vetaban a los otros dos. Al final cada uno fue en su coche. A veces los gallegos somos así, individualistas que desconfiamos de que el vecino nos mueva los marcos. Y no es de ahora. Ya en el Códice Calixtino se nos describe como grandes amantes de los litigios. Es bueno mirar hacia adentro alguna vez para reconocer nuestros defectos colectivos y cambiar los moldes, al menos de vez en cuando.
Si los gallegos trabajamos en equipo, triunfamos. Me hablaba usted la semana pasada de Fitur y de la negativa de tres instituciones de unirse al equipo gallego. Pues lo petó tanto el stand gallego que nos dieron el premio al mejor de entre todas las comunidades autónomas e instituciones. Supongo que el premio nos lo dan por el diseño innovador, por las presentaciones de ofertas turísticas, más de 50, por las catas de productos gallegos, más de veinte, por las reuniones de negocios, más de 300, por el tamaño, más de 1.000 metros cuadrados, por los espacios de exposiciones, más de 12. Recuperamos los niveles prepandemia y dejamos allí una inmejorable imagen de país, por mucho que los participantes mantengan sus lógicas batallas políticas, que allí había concellos de cada uno de los tres colores que nos gobiernan aquí y allá. Nada tiene que ver la distinta visión que cada uno tenga de nuestro país. De cara al exterior, una piña. Ni se notó la falta de tres piñones.
Ése es el camino, el de hacer equipo siempre que sea posible y sobre todo cuando salimos a enseñar al mundo lo que tenemos, a vendernos y a hacer negocios. Ayer vi una foto de todo el grupo que trabajó allí estos días, y que aún seguirán hoy todo el día que hay jornada de puertas abiertas. Son un montón de gente que se dejó la vida en nombre de Galiza y es de agradecer que lo hayan hecho tan bien.
Ojalá pudiéramos tener más equipos, por ejemplo los deportivos, representando a nuestro país, como tienen Gales o Escocia. Todo llegará, espero. Mientras tanto, tomemos nota de lo que somos capaces cuando nos ponemos. Si acordamos ir todos en el mismo coche, gana el país. Si va cada uno en el suyo, perdemos todos y vamos dejando por ahí las oportunidades.
Tenemos un Camiño que nos vertebra, por ejemplo. Y en eso hay gente que obra con exquisitez. El Concello de Pontevedra, por ejemplo, manda a Tino Lores, presidente de Amigos do Camiño Portugués, a las reuniones para promocionar a Pontevedra en Portugal. Y lo manda como delegado de la alcaldía, a hablar en nombre del gobierno local. Hay dos vías: una, renegar del Camiño porque lo promociona la Consellería de Alfonso Rueda, como hace Abel Caballero; la otra, la buena, es aprovechar el trabajo de la Xunta y sumarse a él intentando arrimar a tu ciudad al mayor número de peregrinos posible, promocionando el Camiño, señalizándolo, acondicionándolo. Pocos lugares como la Pontevedra del BNG han hecho tanto por el Camiño y de poca cosa nos serviría de no estar la Xunta promocionándolo. Estaríamos tirando el esfuerzo y el dinero. Se trata de aprovechar las oportunidades o de echarlas a la basura. Lo primero se llama inteligencia, lo segundo ya no sé si tiene nombre siquiera.
Fijémonos en el efecto Tanxugueiras. Todo el país está animándolas, y no es más que una canción que se postula para ir a Eurovisión, algo que antes no nos merecía mayor respeto. Y ahí estamos, haciendo equipo con ellas porque nos beneficia a todos. Nos representan como país cantando en nuestra lengua y exhibiendo nuestras raíces sin complejos.
Por ahí vamos bien, cuando nos importa lo nuestro y reconocemos las cosas bien hechas las lidere quien las lidere. Decía usted la semana pasada, señora mía, que la oferta gallega tenía muy buena pinta y era muy potente. Pues ya ve, los mejores del Estado español. Y eso es porque fuimos a remar todos juntos, espoleados por todas nuestras campañas y por la de la Xunta, con ese temazo de Xoel López que nos anima a avanzar y con ese stand en Madrid que fue el mejor. Pues se dice y no pasa nada porque la verdad no duele.
