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Idiotas

Lo sucedido en Andalucía debería hacer reflexionar a los partidos para lo que viene

NO TENGO ni idea de lo que puede suceder en las próximas elecciones municipales. Es cierto que los comicios locales son diferentes, porque la gente tiene que elegir, a la hora de emitir su voto, entre un vecino suyo u otro. La persona que encabeza las listas es importante, con independencia del tirón de unas determinadas siglas. En cualquier caso, el personal seguramente habrá tomado buena nota de lo sucedido el pasado fin de semana en Andalucía. Aunque la situación en Galicia sea distinta, la información que nos llega desde esa región es preocupante, no solo por la irrupción de uno u otro partido en el Parlamento, sino por la actitud exhibida por todas y cada una de las fuerzas políticas una vez conocido el resultado de la votación. La jornada postelectoral en Andalucía ha vuelto a poner sobre la mesa la inexcusable, inexplicable e inasumible irresponsabilidad de aquellos que aspiran a hacerse con el poder, sea como sea y sea con quién sea. El día después se ha revelado como un auténtico laboratorio de I+D sobre el cinismo, la desvergüenza y la deslealtad de quienes esperan llegar a cargo público con la gente a la que tienen la obligación de representar. Con aquellos que les han dado su apoyo o con aquellos otros que confiaron en opciones diferentes para tutelar el destino de sus administraciones públicas. Habrá honrosas excepciones, pero casi ninguno se salva de la hoguera de las vanidades.

Hay para todos. En el Partido Popular se mostraban eufóricos por un resultado electoral que abre la posibilidad a un pacto de gobierno con Ciudadanos y Vox. A nadie parecía importarle un nuevo descalabro electoral en una comunidad autónoma en la que ha llegado a perder la mitad de la representación parlamentaria que había logrado un tal Arenas. Tampoco, al menos entre los dirigentes que comparecieron públicamente, se vio a nadie preocupado por el hecho de haberse dejado por el camino en esta última convocatoria prácticamente el mismo porcentaje de voto que los socialistas de Susana Díaz. Por otra parte, nadie se sintió en la obligación de dar explicaciones por el cambio de discurso que asume la propia formación política a las primeras de cambio. De criticar hasta la saciedad los llamados "pactos de perdedores" y de reclamar por activa y por pasiva que se le deje gobernar a la lista más votada, a subrayar que el hecho de que su candidato sea presidente de la Junta es una cuestión "innegociable". Cambian los intereses, cambian los principios. O mejor dicho, se ponen los principios al servicio de los intereses.

Lo del PSOE también es para nota. Después de que le pegasen un revolcón histórico en las elecciones y de escuchar las primeras valoraciones por parte del PP, uno de sus dirigentes nacionales afirmó que los populares pretendían hacerse con el poder "sin pasar por las urnas". Como diría Federico Trillo: "Manda huevos". Lo dice el representante de una formación política cuyo líder cosechó el peor resultado de su partido en unas elecciones generales y llegó a ser presidente del Gobierno, a pesar de todo, mediante una moción de censura. El mismo señor, Pedro Sánchez, que supuestamente le enseñó la puerta de salida a Susana Díaz desde Polonia después de la debacle electoral, a pesar de que la presidenta andaluza, que fue su rival en las primarias, se encuentra en una situación parecida a la que estaba el doctor cuando fue zarandeado en los comicios de 2016. Demasiadas cuentas pendientes y demasiada mala leche. Demasiado postureo y muy poco sentido común.

Al concurso de disparates quiso sumarse también Ciudadanos. Sin duda, obtuvo un buen resultado electoral. Pasó de nueve a veintiún diputados. Se quedó, sin embargo, a medio camino de su objetivo. Contaba con sobrepasar a los populares, pero no fue posible. Acabarán por pasar por el aro, siempre lo hacen, pero de inicio los naranjas reclamaron la presidencia de la Junta. Su argumento es que las demás fuerzas políticas, fundamentalmente socialistas y populares, están en claro declive, mientras que sus siglas cotizan al alza. Alguien les recordó que, en todo caso, cualquiera de los otros dos partidos cosechó más votos en las urnas andaluzas. Que sigue siendo el tercero. Que no se suba a la parra. Que no confunda sus ilusiones con la realidad.

Después están los de Podemos. Aspiraban al segundo puesto y se quedaron con el cuarto. Y gracias. Hasta Ciudadanos les ha adelantado por la derecha. En vez de hacérselo mirar, su primera reacción ha sido sacar a la gente a la calle, como si el resultado de las urnas no fuese lo suficientemente democrático para ellos. Sus próceres han pedido la formación de un "bloque antifascista". Parece que los socialistas le han comprado parte de ese mensaje. El propio secretario de Organización del PSOE dijo que la izquierda tiene "la responsabilidad de no permitir que la ultraderecha marque el rumbo de Andalucía".

Han resucitado "el no pasarán". Da gana de decirles: "Ya han pasado, idiotas". Tienen doce diputados. Deberían tomar nota para lo que viene. Caer en la cuenta de que la gente está hasta las narices de que la tomen por tonta.

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