Blogue | Patio de luces

Tractoradas

El sector ganadero agoniza por la subida de unos costes de producción que no puede reproducir en precios

A CABO DE finalizar mi colaboración anual con la BBC. No me refiero a la prestigiosa cadena británica. Más quisiera yo. Hablo de la temporada de bodas, bautizos y comuniones. A diferencia de lo sucedido el año pasado a cuenta de la pandemia, en esta ocasión la agenda estuvo razonablemente completa. Cuatro eventos sociales de ese calibre en un mismo verano son más que suficientes para sentirse apreciado por familiares y amigos que tienen a bien invitarte a su fiesta, a compartir con ellos esos días especiales. Hay quien reniega de ese tipo de reuniones. No es mi caso. Reconozco que no siempre caen en la fecha más adecuada. También que implican un gasto, aunque yo lo veo más como una inversión. Aquellos que cuentan contigo para una celebración de este tipo, más o menos íntima, es porque te estiman o, al menos, te tienen en cierta consideración Dando por hecha esa circunstancia, podemos afirmar que cultivar afectos es, sin lugar a dudas, una de las mejores empresas a las que puede dedicarse el ser humano. Es importante regar y abonar convenientemente la cosecha. Prestarle atención y no dejarla a barbecho.

En la prolongada sobremesa de uno de esos eventos tuve ocasión de charlar con un viejo conocido. El reencuentro con personas a las que no vemos habitualmente es otra de las bondades de este tipo de celebraciones. Tiene más o menos mi edad. Año arriba, año abajo. Es ganadero. Desde muy joven se hizo cargo, junto a un hermano, de la explotación familiar. Después de dos décadas trabajando, invirtiendo y arriesgando, hoy está al frente de una granja moderna, dimensionada y con una cabaña notable. Sin embargo, al igual que muchos otros empresarios de nuestro rural, lo está pasando mal. El motivo, a diferencia de lo que sucede en otros sectores, no son malas decisiones a la hora de orientar su negocio. Son factores externos, sobre los que apenas puede influir, los que lastran su rentabilidad y condicionan la viabilidad de su modo de vida.

De forma sosegada, me explicó que los costes para producir un litro de leche se han disparado en los últimos meses. Me puso como ejemplo la subida de la luz, del combustible y, sobre todo, de la materia prima que utilizan para la alimentación de sus animales. No se quedó en generalidades. Hablaba con la experiencia de quien tiene que echar cuentas todos los meses para hacer que los números cuadren. Se trata de cubrir costes y de que quede algo de beneficio para justificar el trabajo de cada día. Precisó que, entre una cosa y la otra, los gastos en su granja aumentaron en torno a unos 10.000 euros al mes. Es mucho dinero.

También tuvo a bien ilustrarme sobre las distintas circunstancias a las que tienen que hacer frente las granjas en función de su situación particular. Así, me explicó que aquellas que realizaron una fuerte inversión en los últimos años, realmente pueden producir más y a un menor coste, pero también tienen que hacer frente a la amortización de créditos que suman miles y miles de euros. En cambio, aquellas otras que se quedaron más rezagadas, a lo mejor no le deben tanto dinero al banco, pero su capacidad productiva y su eficiencia también es menor. En resumen, que la situación está complicada de narices para todos y cada uno de los ganaderos de la provincia. El motivo es que,a pesar de que el coste por litro de leche ha aumentado en torno a 2,5 céntimos, el precio en origen no ha subido en la misma proporción. Por ello, en muchos casos, los afectados están tirando de ahorros para poder sobrevivir. A diferencia de lo que sucede en otros negocios, aunque pierdan dinero, no pueden dejar de alimentar al ganado ni de ordeñarlo cada día.

Hace ahora seis años, en 2015, los tractores rodearon la Muralla de Lugo para protestar por esta situación injusta e injustificable. Ahora, a pesar de que por ley no se puede pagar la leche por debajo de los costes y de la obligación de firmar contratos entre industrias y productores, para que la relación entre unos y otros sea menos opaca, las cosas están como están. El sector vuelve a hablar de movilizaciones, de salir con todo a la calle. Los que deberían tomar cartas en el asunto ya conocen el problema, pero parece que cada cierto tiempo hay que recordarles sus obligaciones. Son sencillas. Hacer cumplir sus propias normas.