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La emoción de no emocionarse

A unas horas para finiquitar el mes de julio, cualquier otro año, tal día como hoy, estaría aplaudiendo con las orejas

ESTAMOS PENDIENTES estos días de la quinta ola. Más que una pandemia, parece que estamos inmersos en el escenario de un campeonato de surf. Pido disculpas por el chascarrillo, porque la situación está para pocas bromas. Una treintena de personas están pasando un mal rato en los hospitales públicos de nuestra provincia y algunas más están recibiendo cuidados en las unidades de críticos, con su vida comprometida por un coronavirus que se resiste a dejarnos en paz. Realmente está poniendo a prueba esa resiliencia de la hemos venido haciendo gala desde hace más de un año, cuando todo se fue al cuerno.

Con más del sesenta por ciento de la población de Lugo vacunada, hemos regresado a las restricciones. No son tan duras como las que soportamos meses atrás, pero son un recordatorio permanente de que todavía no estamos lo suficientemente preparados como para pasar página. Damos un paso adelante y, casi de forma inmediata, damos otro, o medio, hacia atrás. No sé si avanzamos o reptamos, pero esa luz al final del túnel de la que todos hablan parece hoy todavía bastante lejana. Nos vamos adaptando. Acabamos por acostumbrarnos a todo, pero la nueva normalidad ha dejado de ser nueva y de normalidad tiene más bien poco.

A unas horas para finiquitar el mes de julio, cualquier otro año, tal día como hoy, estaría aplaudiendo con las orejas. Vacilando ya a los compañeros de trabajo que se marcharon de recreo en el primer turno de verano. "Todo lo bueno se acaba, queridos". Estaría paladeando ese regusto que deja la perspectiva de un período de asueto más o menos prolongado, después de meses y meses en el tajo. A veces, incluso, son mejores las expectativas que la realidad. El prólogo supera al propio desarrollo de la historia. La ilusión nos alimenta en esas horas que no acaban de pasar, mientras ultimamos la partida y hacemos preparativos para tratar de aprovechar al máximo cada minuto de nuestro tiempo libre. Al final, las cosas salen como salen. Unas veces mejor y otras peor. Además, desde el mismo momento en el que nos marchamos de vacaciones, se pone en marcha la cuenta atrás para el retorno. Personalmente, me cuesta bastante olvidarme de ese cronómetro. Tic-tac, tic-tac.

Este verano es diferente, como lo fue el pasado. Hasta el clima anda un poco destemplado. El mes de julio fue agradable para los que tuvimos que permanecer al pie del cañón, con temperaturas, en general, más bien suaves. No tanto para aquellos otros que se fueron a la costa para disfrutar de la playa y de un calor estival que, de momento, no acaba de llegar. Por otra parte, fueron pocos, o muchos menos que en un año convencional, los que se animaron a hacer las maletas para marcharse fuera. Tal y como está el panorama, hasta los trotamundos habituales sintieron la punzada de la inquietud que provoca la incertidumbre. La preocupación de no saber qué te puedes encontrar en el lugar de destino.

A las personas que nos gusta viajar se nos está haciendo bastante cuesta arriba esta situación. Hay pocas sensaciones similares a la emoción de llegar a un lugar en el que nunca habías estado antes. Pasear por calles o senderos desconocidos. Salir de nuestro entorno. Desconectar de todo lo cotidiano. Ver, escuchar, oler, sentir y, sobre todo, descubrir. Registrar recuerdos que te acompañan toda la vida, aunque nunca más vuelvas a pisar ese suelo. Hay tantos sitios que merece la pena visitar que los pocos años que pasamos en este mundo se quedan muy cortos. Y esta pandemia, sumados los intereses, ya casi nos debe dos.

Toca cuidarse. Tener paciencia. Andar por caminos conocidos y relacionarnos con precaución con los demás. Descansar y cultivar pequeños placeres que a veces tenemos olvidados o no podemos disfrutar por falta de tiempo. Buscar buena compañía y recargarnos de energía y de ánimo para regresar con fuerza. Disfrutar, y mucho, de la emoción de no emocionarse. Y pensar, por qué no, que somos afortunados de vivir en uno de los mejores lugares del mundo. Buen verano.

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