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Tertulianos

Momento en el que Teodoro García Egea le entrega la bandera de España a Gabriel Rufián. LASEXTA
photo_camera Momento en el que Teodoro García Egea le entrega la bandera de España a Gabriel Rufián. LASEXTA

HUBO UN momento, justo antes de que Teodoro García Egea se levantara de su silla para regalarle una bandera de España a Gabriel Rufián, en el que muchos temimos que se atreviera a enrollarla como un calcetín y lanzársela desde donde estaba. A fin de cuentas, esa parecía ser su verdadera intención desde el principio: tirársela a la cara ante la imposibilidad material de tirarle encima al país entero, que es la estrategia habitual del nacionalismo español para señalar los peligros del nacionalismo catalán. "Hay algo que garantiza el que tú puedas decir esto que estás diciendo hoy aquí, en España", había anunciado el secretario general del PP unos segundos antes. Fue un preámbulo tan ceremonioso que habría merecido recitarse a caballo y no desde la silla en la que, habitualmente, se sienta Francisco Marhuenda.

El imperio de la bandera parece haber sustituido al imperio de la ley, al menos en boca de un Teodoro García que regresaba al mismo plató en el que lo vimos recorrer sus primeros pasos como afilado tertuliano. Sin apenas darnos cuenta, la política española se ha convertido precisamente en eso: una gran tertulia de televisión en la que importa más el aplauso que los hechos en sí mismos, razón por la cual se decidió Teodoro por la bandera y no por un ejemplar de la Constitución. Rufián, que también ha hecho su particular mili ante las cámaras, lo esperó sin torcer el gesto ni apartarle la mirada, y cuando le llegó el turno de réplica, tiró de acento castizo, tiñendo su respuesta de jotas en lugar de eses. Estábamos asistiendo a un espectáculo tan colosal, tan propio de nuestra piel de toro, que por un momento fantaseé con que uno y otro sacasen sus capotes a pasear, brindasen la faena al público, y se pusieran a ejecutar verónicas, revoleras y serpentinas.

Uno de los que más celebró la ocurrencia de Teodoro García fue Toni Cantó, el político. Especifico porque no resulta tan sencillo como parece distinguirlo del actor que en otro tiempo conocimos. De hecho, tampoco se debería descartar la posibilidad de que sean la misma persona, como Tamara y Yurena. A Cantó, el político, lo vimos enzarzarse con Laura Borràs a cuenta de la condición de prófugo –o no– de Puigdemont. "Estuvo en prisión y fue un juez el que lo puso en libertad. Un juez alemán, eso sí", espetó la representante de JpC a Cantó. Se quedó mudo el valenciano, seguramente porque no se atrevió a contestar que la culpa de todo lo que sucedió en Alemania la tuvo Pep Guardiola.

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