Blogue | Diario de un novato en campaña

Incendios y WhatsApp

ARDÍA Notre Dame y Pedro Sánchez tiró de redes sociales para ofrecer el apoyo de España en la rehabilitación de  esa arteria amputada por el fuego a nuestro patrimonio sentimental, al corazón mismo de quienes entendemos el mundo como un escenario global lleno de implicaciones emocionales. No parece ser el caso de la dirección y militancia de Vox, que prefirió limitar el desastre a la naturaleza cristiana del templo. Parecía difícil introducir un incendio más en la campaña, mucho menos el de Notre Dame, pero para la extrema derecha española no existen imposibles cuando de azuzar fuegos se trata. "Hay que extirpar a los que amenazan permanentemente nuestra vida, nuestras costumbres, nuestra civilización", tuiteó un Santiago Abascal al que solo parece gustar un tipo concreto de islamismo: el de los Muyahidines del Pueblo de Irán que ayudaron a financiar su partido.

Volviendo a Pedro Sánchez, este martes se dejó ver por Galicia, que es tierra de canteros y donde la piedra se nos incrusta desde pequeños en el hueso. Por la mañana visitó Ourense y por la tarde se desplazó a Vigo, donde no pudo disfrutar de las luces de navidad por poco. Allí lo esperaban Abel Caballero y Carmela Silva, dos susanistas reconvertidos a la causa de Sánchez sin demasiados traumas, aunque en el caso concreto del alcalde cuesta mucho encuadrarlo en cualquier ismo que no sea el suyo propio. Esos años en los que el Partido Popular capitalizaba el voto gallego sin apenas bajarse del coche oficial parecen haber pasado a mejor vida. Hay partido en la tierra de Breogán y Pedro Sánchez no podría encontrar mejor compañero de viaje que el Señor de Balaídos, pues que es Vigo sino una especie de Invernalia con microclima.

Precisamente en Galicia recibió Pedro la noticia de que la Junta Electoral Central no permite el formato elegido por Atresmedia para el debate electoral entre candidatos, el mismo que apoyó el propio Sánchez en detrimento de la televisión pública que tanto juró proteger. Se le acumula el trabajo a la citada Junta Electoral, empeñados algunos partidos en convertir la campaña en un patio de colegio. Uno de los más infantilizados, Ciudadanos, ya tuvo que retirar una lona desplegada en Madrid contra Pedro Sánchez. Su reacción, como la del niño retorcido al que le quitan un palo y coge otro, ha sido desplegar un nuevo trapo en el que simula un grupo de WhatsApp en el que Otegi, Puigdemont o Torra forman parte de un hipotético consejo de ministros socialista. Normal —digamos comprensible— que tanto simpatizante de centro se les esté yendo del grupo.

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