Blogue | Recto verso

La batida de la caza

No hay ninguna medida efectiva para controlar el exceso de población de algunas especies

EN TIERRA de mar tenemos tierra de lobos. Debo confesar que cambié bastante de opinión con respecto a la caza desde que sé que hay lobos por aquí, no por nada, sino porque su aparición fue acompañada de una expansión de individuos de otras especies, concretamente de jabalíes y corzos, que se reproducen sin cesar. De hecho, tuve un encontronazo con un jabalí con el coche del que acabé saliendo bien parado pero que me sirvió de sacudida que me hizo reflexionar.

Comencé a prestar atención a mi cazador de cabecera: el dueño del bar Taller de Ribadeo. Un hombre que va a cazar sin disparar un solo tiro. Si escuchas a quien habla de un asunto desapasionadamente pero de forma interesada, puedes aprender bastante.

Por ejemplo: tenemos un exceso de corzos y jabalíes que no hay manera de atajar. Las medidas que dicta la Xunta no sirven de gran cosa y los animales siguen y siguen expandiéndose sin que parezca que nadie esté realmente concentrado en la labor de ponerle freno. Destrozan coches y cosechas prácticamente a partes iguales.

No hace mucho escuché a un miembro del colectivo animalista Peta diciendo que toda caza es un asesinato y aunque comprendo su punto de vista sospecho que él no comprende el de los ganaderos. O más bien su situación real. Su situación real es que cuando un lobo se merienda media docena de ovejas no recupera nunca las pérdidas del mismo modo que cuando te chocas con el coche en la autovía o en una carretera convencional contra un corzo o un jabalí tampoco encuentras quien se haga cargo de los daños.

Si realmente queremos que los lobos vuelvan a campar a sus anchas y conseguir estampas bucólicas con corzos entre nuestros montes la cosa no es tan complicada: la Xunta de Galicia tendría que asumir íntegramente los daños que causen. Al ciento por ciento. Después, como sería coherente, lo más normal sería que se buscasen vías para que las arcas autonómicas encontrasen una contraprestación tal vez a nivel estatal o europeo. Una mezcla de ambas sería lo aconsejable.

Pero todos sabemos que no vivimos en un mundo ideal y que eso va a ser muy complicado que se consiga.

A partir de ahí, empiezan los problemas. Pretendemos convencer a un señor al que las ovejas y las vacas les dan de comer de que el lobo es extraordinario porque aporta diversidad ecológica. Pero no le contamos nada de que cuando le devora un ternero solo se le va a devolver una cuarta parte de lo que vale y el otro 75 por cien lo tendrá que poner de su bolsillo o, sencillamente, perderlo. Pero, insisto, queremos que ese ganadero siga amando al lobo como si fuera el perro que cuida en su casa.

También les gustaría que tras chocar contra un corzo y, en caso de sobrevivir, apoquinemos con la reparación del coche sin rechistar y pidiendo perdón al corzo por el homicidio involuntario que acabamos de cometer.

A mi modo de ver, son demasiados supuestos basados en la buena voluntad del ser humano a cambio de nada, algo que está muy bien, pero que rara vez se da. Y que en estos casos concretos, creo yo, además es injusto.

Escuché a cazadores decir que todo bien pero que vengan los animalistas a pagar los daños que les causan. Y sé que tampoco es eso, que los conservacionistas cumplen su función porque seguramente sin ellos se habrían extinguido todavía más especies de las que ya eliminamos.

Pero ahora no estamos en ese terreno, estamos en una zona de supuestos diferentes basados en que está demostrado de forma objetiva que hay un exceso de población tanto de jabalíes como de corzos sin que desde Medio Rural se dé un paso al frente para afrontar esa problemática con seriedad.

Las batidas que se permiten son a todas luces insuficientes y se quedan muy lejos de lo que sería necesario. Las camadas de animales se amontonan y el control que antes ejercía la caza sobre esas poblaciones ya no se da. Ese es un punto que hay que remodelar de forma urgente. Sobre todo porque no se entiende y porque desacredita completamente el trabajo que hacen en esa consellería y que con total seguridad es bienintencionado, pero alejado de la realidad.

No me gusta la caza en sí. Ver un corzo abatido no me produce ninguna satisfacción y esas cabezas de animales colgadas como adornos me provocan repulsión. Otra cosa es que esos animales están ahí y por lo que sea hay que tomarse su presencia mucho más en serio y, a día de hoy, eso no está sucediendo.

EL GUSTO. La cercana apertura de la residencia de ancianos de Trabada

MAYRA GARCÍA tiene motivos para estar contenta porque la residencia de ancianos de Trabada, por la que lleva luchado tanto, está a pocas fechas de abrirse. Fue una travesía muy larga pero es probable que en un plazo relativamente corto el centro pueda comenzar a funcionar y con ello se ponga punto y final a una etapa y comience otra en la que muchos mayores que tal vez no se encuentren en buenas condiciones puedan quedarse en su municipio y continuar viviendo cerca de sus familias que por lo que sea tal vez no puedan atenderles. Cuando se abra, tal vez se sepan algunos entresijos de la tramitación.

EL DISGUSTO. Ribadeo vive la situación opuesta con su residencia

FERNANDO SUÁREZ debería encontrarse en una situación similar a la de Mayra García, con la residencia de ancianos de Ribadeo a punto de abrirse. Pero resulta que en Ribadeo se están dando problemas. Puede que no tan inesperados. A la Xunta siempre se le atragantó esta residencia. Y no se bajan de la burra. Por el camino que van están a punto de crearle a Daniel Vega el mismo problema que tuvo en su día Jesús López Penabad. Llegarán explicaciones de todo tipo sobre el retraso del PIA necesario para abrir la residencia. Pero a estas alturas ya queda poca gente en Ribadeo que se las crea.

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