Opinión

¡Hacía tanta falta!

Pilar de Lara. PEPE TEJERO
photo_camera Pilar de Lara. PEPE TEJERO

ALGUNOS LA vamos a echar mucho de menos. Yo, muchísimo. Los titulares y portadas que Pilar de Lara me ha dado en estos doce años que han transcurrido entre el asombro y el escombro no los hubiera soñado el más alucinado de los guionistas. Y yo solo tenía que estar ahí, seguirla en sus registros, ver salir a los detenidos esposados de los coches patrulla, leer los autos... y contarlo. A veces pasaba más horas en los juzgados que los detenidos, con la ventaja de que yo al salir me iba a la redacción y ellos, a prisión. Daba lo mismo, todo cundía tanto... eran para mí días de vino y rosas.

Lugo estaba partido en dos: quien no estaba imputado, estaba ilusionado. Tuvo mucha ilusión en sus manos Pilar de Lara, mucha. ¡Hacía tanta falta! No era la jueza, era la Justicia. A su lado tuvo a una ciudad casi en pleno: medios de comunicación que ni se molestaban en cotejar las informaciones, se daban por buenas simplemente con su firma; abogados que soportaban con estoicismo y miedo los malos modos e incluso los abusos procesales; fiscales que apoyaban a ciegas y sin siquiera acudir a los interrogatorios sus líneas de investigación; una Audiencia Provincial que rechazaba uno tras otro los recursos contra sus decisiones sin pararse siquiera a analizarlos; un TSXG y CGPJ que durante años ignoraron las sucesivas quejas que interpusieron contra ella y la protegieron de cualquier crítica; unos funcionarios entregados a una causa trabajando horas y horas con una lealtad sin límite; policías y guardias civiles a sus órdenes las 24 horas del día dispuestos a jugársela por ella como si fuera su compañera de armas; y un sistema que puso a su disposición probablemente más medios de los que ningún otro magistrado haya disfrutado nunca en este país, con jueces, secretarios y funcionarios de apoyo durante años, equipos de Policía Judicial en exclusiva, miles y miles de horas de escuchas e investigación, cientos de informes periciales, comisiones judiciales por medio mundo... literalmente millones de euros para que sus macrocausas pudieran tener un final.

Y, sobre todo, una ciudadanía que por fin veía que alguien se atrevía contra los de siempre, contra los importantes, contra los corruptos, contra los impunes. Unos ciudadanos que salieron a la calle para darle su apoyo, para dejar claro a quien tuviera la tentación de tratar de frenarla que enfrente, justo al lado de Pilar de Lara, se iban a encontrar también con ellos. Porque ¡hacía tanta falta!

Y luego, en algún momento, todo empezó a venirse abajo. Simplemente pasó, empezó a hacerse evidente que todo aquel castillo estaba sostenido por un solo pilar, y que Pilar era de barro. Al final ha resultado que esa capacidad que todos alabábamos porque "tenía los sumarios en su cabeza " lo que ocultaba en realidad era el caos absoluto con el que los gestionaba, con ausencia de cualquier método, sin registro de entrada de documentos, con informes que no figuraban en el sistema, con causas paralizadas sin motivo durante años, con pruebas y pruebas que no llevaban a ningún sitio y solo generaban un volumen de trabajo artificial y montañas de folios que ella exhibía para alegar que tenía mucho trabajo. Las pruebas recogidas por los inspectores durante años de seguimiento han demostrado que las horas y horas de despacho que decía cumplir eran tiradas a la basura, porque hubo años completos en los que no cerró ni un solo caso, cuando compañeros suyos de refuerzo, con esos mismos medios y en la misma época, cumplieron ratios por encima del 100%.

Y lo que es más grave: con su manera de instruir, Pilar de Lara se ha situado no solo como la Justicia, sino por encima de la ley. Ha ido seleccionando unos asuntos y dejando otros no por su urgencia o por su número de entrada, sino a su antojo, y literalmente ha vulnerado los derechos fundamentales de las personas afectadas. Cuando hablamos de estas personas muchos tendemos a ver solo imputados y caemos en la tentación de pensar "algo habrán hecho". Pues a lo mejor sí, pero a lo peor no. Y, sobre todo, hay también cientos y cientos de víctimas que después de años de procedimiento y de sufrimiento personal, por su incapacidad para hacer su trabajo nunca se verán resarcidas.

Para muchos no ha sido fácil ver cómo en los últimos años Pilar de Lara se iba convirtiendo poco en una caricatura de sí misma, devorada por su personaje, transformada en el Charles Bronson de los perros. Leía estos días en las redes sociales a muchos de los defensores que todavía le quedan lamentar que ahora, con su marcha, los imputados están aliviados. Se equivocan, la inmensa mayoría de ellos, los que se sabían culpables, habían dado por descontado desde hace bastante tiempo que bastaba con dejarla seguir haciendo su trabajo para que este se fuera solo a pique. Hace bastante tiempo que la sensación de impunidad ha vuelto entre quienes solía.

Cualquiera que tenga un mínimo contacto con los juzgados en Lugo habrá escuchado una frase que desde hace un par de años circula entre los cafés de media mañana o entre las esperas de las declaraciones: "Si yo fuera culpable, me gustaría que mi caso cayera en el juzgado de Pilar de Lara, tienes más opciones de quede en nada o al menos de que se retrase tanto que te tengan que aplicar dilaciones indebidas; lo malo es si eres inocente, entonces estás jodido". Sé que la Justicia en Lugo va a ser mejor sin ella, pero aún así la voy echar de menos. ¡Hacía tanta falta!

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