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Notas sobre Madrid

La mejor noticia sobre las elecciones en la capital es, precisamente, que se acaben
De izquierda a derecha, Pablo Iglesias, Rocío Monasterio, Mónica García, Isabel Díaz Ayuso, Ángel Gabilondo y Edmundo Bal. EUROPA PRESS
photo_camera El debate electoral de Madrid fue poco decisivo, según los expertos. EUROPA PRESS

En lo peor de la pandemia, hace algo más de un año, cuando quien tenía un respirador tenía un tesoro, Galicia cedía este solicitado material a la Comunidad de Madrid, que sobrepasada por las circunstancias trataba de improvisar Ucis en cualquier esquina. La decisión solidaria, entonces muy criticada por algunos, la justificó Alberto Núñez Feijóo defendiendo que allí vivían y trabajaban 500.000 gallegos. Casi la población de las provincias de Lugo y Ourense. Otra quinta provincia, como se decía de Argentina por población o de El Bierzo por proximidad. Así, para todos aquellos que crean que lo que ocurre a 600 kilómetros y no nos influye, que sepan que sí, que en estas elecciones también hay gallegos jugándose el pan. Y no son precisamente pocos.

Galicia lleva otro ritmo


Otra cosa bien distinta es la influencia política entre comunidades, que en este caso es menor. Siempre se dice que las elecciones gallegas anticipan movimientos políticos en clave estatal, como en 2012 cuando Age funcionó como prototipo de Podemos o el pasado año, con los fiascos del rupturismo o Ciudadanos que ahora se consolidan a nivel nacional. Pero si hay una comunidad que se parece muy poco a la gallega políticamente hablando esa es Madrid. Es más, pocas hay tan diferentes. Y más ahora que las dos atraviesan tiempos políticos muy distintos. Todo apunta a que Madrid se encamina a un periodo de incertidumbre fruto de la falta de mayorías claras, como está ocurriendo en Cataluña, sin Gobierno meses después de las elecciones. Y a Galicia le quedan por delante más de tres años de Gobierno de Feijóo. Por eso pase lo que pase en Madrid, poca influencia tendrá en la política gallega, mientras que sí parece que puede resultar determinante en Andalucía, ya que si Ayuso gana y borra del mapa a Cs, se da por hecho el adelanto electoral de Juanma Moreno para aprovechar el tirón.

Los bloques se aligeran


Lo que sí puede confirmar Madrid es una tendencia que se arrastra desde hace tiempo en la política estatal: la de que los bloques se van aligerando. La nueva política, que se hizo vieja muy pronto, se enfrenta en la capital a una reválida importante. Puede ser la tumba definitiva de Ciudadanos, mientras que en Podemos también se afronta la cita como una cuestión no de éxito o fracaso, sino de supervivencia. Si se confirma esta tendencia, el PP ya no tendrá dos competidores en la derecha, sino uno solo. Y el PSOE también volverá a quedar como fuerza hegemónica en la izquierda. Este escenario podría devolver la alternancia habitual entre derecha e izquierda en el Gobierno de la nación, aunque la presencia de Vox es un elemento muy perjudicial para el PP. Porque mientras estén los de Abascal los partidos nacionalistas transversales, capaces de apoyar a uno y otro lado, se decantarán siempre hacia la izquierda.

Una mala imagen


Con la política y los políticos como uno de los grandes problemas de los españoles según el CIS y una crisis brutal llamando a la puerta, lo que menos falta le hacía a España era una campaña electoral como la madrileña. Un ejemplo nefasto. Por eso, en realidad, la mejor noticia de las elecciones de Madrid es precisamente que se acaben. Por fin.

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