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La vía Errejón

Galicia puede volver a ser laboratorio del rupturismo si el exdirigente de Podemos seduce a En Marea con su nuevo partido

ANDA LA CAVERNA mediática madrileña alterada por la posible —algunos dicen que inminente— formalización del nuevo partido político de Íñigo Errejón. Tras experimentar en clave autonómica-local el pasado 26-M junto a Manuela Carmena, el que fuera fundador y número dos de Podemos quiere dar el salto a la política nacional con su nueva franquicia. Se supone que la formación será el reflejo de lo que quiso hacer en Podemos y no pudo: darle a aquel ímpetu de la revolución y la rebeldía del 15-M un barniz de moderación y transversalidad que le permita jugar con el PSOE, pero también con Ciudadanos en caso de ser necesario y, a su vez, mantener buen feeling con el nacionalismo. Y por si esto fuera poco, el político madrileño es consciente del reclamo que supone dotar al proyecto de un tinte verde-ecologista, movimiento en auge en todo el planeta pero que en España ninguna sigla ha conseguido capitalizar hasta el momento.

De arranque, la teoría es buena y el momento, inmejorable. A Errejón le basta con captar todo el capital de cabreados con Pablo Iglesias dentro de la formación morada para darle a su partido el músculo que necesita para ponerse en marcha. La idea sería disputarle a su excasa la hegemonía de la izquierda rupturista en 2023.

→ El impacto en Galicia

Sin embargo, aunque el horizonte electoral estatal es lejano, a las puertas hay elecciones autonómicas en Galicia y en Euskadi —para las catalanas, de ser en otoño, Errejón no llegaría a tiempo—. De arranque, el nuevo proyecto germinado en Más Madrid quiere seducir a todas las confluencias territoriales que se sienten abandonadas y maltratadas por Podemos —ayer mismo Iglesias echó de nuevo balones fuera y responsabilizó del fracaso del 26-M a la sopa de siglas que montó el rupturismo—. En ese paquete entrarían, por ejemplo, En Marea o Compromís, fuerzas que operan ya divorciadas de Podemos. Pero la existencia de elecciones a la Xunta en quince meses pone el foco en el partido de Luís Villares. Si la intención de Errejón es captar cabreados con Iglesias y Podemos, en la formación gallega encontrará capital de sobra. Y al mismo tiempo, al partido instrumental tampoco le vendría mal un altavoz externo que le diese cohesión en su momento más bajo tras dos estrepitosos fracasos electorales.

Porque de no darse este escenario, todo invita a pensar en un 2020 en el que pueda haber papeletas de En Común-Unidas Podemos, En Marea y el teórico partido errejonista, que podría recuperar en la comunidad a algunos efectivos que, o bien dejaron la primera línea o bien se unieron temporalmente al enemigo por algún puesto. En todo caso, el calendario electoral vuelve a situar a Galicia como posible laboratorio electoral del rupturismo, como ya lo fue Age en 2012 para Iglesias, reflejado por Anxo Lugilde en su libro ‘De Beiras a Podemos’.

→ La búsqueda de un referente

La reconversión del espacio rupturista en Galicia, a la que también tendrá que estar muy atento el PSdeG, pasa necesariamente por la irrupción de un nuevo liderazgo. Con los actuales referentes, la reunificación es inviable y desde la caída de Beiras nunca hubo una figura capaz de aglutinar todo el capital electoral que en 2012 apoyó a Age y en 2015 a En Marea. La persona con más poder hoy es Yolanda Díaz, pero sus intenciones están más cerca de ser ministra que de volver a estrellarse en unas elecciones gallegas, como ya le ocurrió en 2005 o 2009.

En estos momentos de orfandad todos parecen mirar a Xulio Ferreiro o Martiño Noriega. Como el exalcalde de A Coruña ya puso distancia con la política, algunos creen que la intención de Noriega de seguir en Raxoi obedece a cierto interés por seguir conectado hasta que se vaya desmadejando el ovillo rupturista de cara a 2020. Estar ahí por lo que pueda pasar. Pero siendo consciente de que llevará el cartel de una derrota casi humillante en la capital gallega.

→ La polémica del senador

Pero antes de empezar a recomponerse, el rupturismo gallego todavía tiene que resolver el rompecabezas de su senador por designación autonómica. En Marea quiere a Mariló Candedo, Podemos y EU a Pam y Anova tiene disponible a Fernán-Vello. Se avecina otro espectáculo.

Las urgencias de la derecha en Vigo
LA MARCHA de Elena Muñoz y el desembarco de Corina Porro para pilotar la transición del PP de Vigo hasta las municipales de 2023 tiene una lectura mucho más autonómica que local. El Partido Popular es consciente de que no puede reeditar una mayoría absoluta el año que viene siendo irrelevante en la mayor ciudad de Galicia, igual que Casado no llegará a la Moncloa sin existir en Cataluña y Euskadi. Por eso la maniobra con Porro tiene muchas más urgencias de las que parece: un año para coser a un PP al que la falta de poder fue erosionando poco a poco, provocando una estampida de sus distintas familias que se agravó cuando en 2015 la dirección gallega impuso a Muñoz de candidata frente a Chema Figueroa. En el PP de Vigo sobreviven hoy restos del equipo de Muñoz, el grupo de Javier Guerra, la gente del exalcalde Manuel Pérez e incluso la órbita de Carlos Mantilla. Algunos no solo no hicieron campaña el 26-M sino que pusieron palos en las ruedas. Eso explica los cuatro ediles... y también la necesidad urgente de reunificarse.

 

El PPdeG podría renovar a sus senadores
TRAS EL PINCHAZO electoral de las municipales de 2015, el PPdeG celebró aquella ponencia política en la que promulgaba el cambio de «actitudes, políticas e ideas», un golpe de efecto que se tradujo en menos despacho y más calle y en un giro social en la política en detrimento de la gestión pura y dura. La receta funcionó y en 2016 Alberto Núñez Feijóo arrasó en las elecciones autonómicas. Nada hace pensar que en el Partido Popular gallego no vayan a repetir algunas de sus fórmulas de éxito del pasado. Ese cambio de ideas y actitudes iría acompañado además de un cambio de rostros, ya que existe la sensación de que la falta de renovación penaliza. La primera oportunidad para demostrarlo será la designación de los senadores por designación autonómica que le corresponden al PPdeG y que hasta ahora ocupaban el lucense Fernando Carlos Rodríguez y el ourensano Juan Manuel Jiménez Morán. Se da por hecho que no repetirá ninguno de los dos y que una de las plazas será para Pilar Rojo.

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