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En Marea, punto y...

Las elecciones por el control del partido instrumental son lo de menos, porque la ruptura alcanzó un punto de no retorno

HAY MOMENTOS en la vida, y en la política me imagino que será igual, en los que hay que hablar claro. No hay porque gritar, ni enfadarse, ni ser excesivamente contundente en el tono, ni grosero en las formas, ni maleducado en las palabras; basta tan solo decir la verdad. Y en el espacio rupturista en Galicia, agrupado bajo la marca En Marea, tengo la sensación de que nadie ha sido capaz de hacerlo en todo este tiempo.

La consecuencia está a la vista. El ambiente de falsedad, desconfianza, juego sucio y rencillas personales ha acabado por contaminarlo todo, de forma que poco o nada queda ya de aquel ilusionante proyecto que en 2015 nacía para articular un espacio común que agrupase a todas aquellas personas procedentes de distintas sensbilidades de la izquierda. La segunda fuerza más votada de Galicia ha tocado fondo.

Ya no tiene sentido hablar de las elecciones internas a la dirección de En Marea. Si venían precedidas de mil y una dudas por la irrupción en el plenario preparatorio de gente no inscrita ni autorizada, el bochornoso espectáculo de este fin de semana les resta cualquier legitimidad. Ni siquiera es necesario que los resultados pasen por el maquinillo de Echenique para que nadie se crea las cifras ni lo que representen. Antes, lo difícil para la canidatura ganadora sería gestionar esa victoria y tratar de integrar a los perdedores de forma pacífica y constructiva, pese a que durante toda la semana a Luís Villares y David Bruzos se les llenó la boca con buenas palabras. Pero ahora la dificultad es otra: reconstruir un proyecto que evidenció que está completamente roto.

Tampoco tiene mucho sentido ya buscar culpables. Ayer eran muchos los que apuntaban a Mario López Rico. Dentro del espacio rupturista, al de Cerna le cuelgan todos los males menos la muerte de Kennedy y lo cierto es que sus precedentes en el BNG o AGE avalan su fama. Pero el problema de En Marea no se puede personalizar en nadie ni merece la pena teorizar sobre él, porque es mucho más sencillo y terrenal de lo que parece: hay gente que no se soporta ni quiere ni puede estar junto a otra. Entonces... ¿qué sentido tiene continuar?

→ La situación en el Parlamento

El riesgo de ruptura de En Marea existe. Existió siempre desde su fundación, como reconoció varias veces Martiño Noriega, aunque al final siempre primó el interés común. Pero el escenario cambió. Lo ocurrido este fin de semana es un punto de no retorno en la guerra fratricida entre oficialistas y críticos, sobre todo por la forma en la que se produjeron los hechos.

Para colmo, el enésimo conflicto interno de En Marea le llega en el peor momento posible: a las puertas de unas elecciones municipales y europeas; con un PSdeG que encontró cierta estabilidad en Gonzalo Caballero y al que el viento de cola que sopla desde la Moncloa le tapa algunas de sus miserias; con un Bloque que es una balsa de aceite, tiene un liderazgo del que carece En Marea y que está elevando el tono de su discurso para presentarse también como opción rupturista con el bautizado como regimen del 78; y un PP que tiene en Galicia su oasis en medio del desierto estatal al que parece que lo conduce Pablo Casado.

Y por si fuera poco, esta semana hay pleno en el Parlamento de Galicia. Diputados como Marcos Cal o Julia Torregrosa van en la lista de Bruzos y están especialmente indignados con lo ocurrido, pero tendrán que compartir asiento con Villares, al que responsabilizan de lo ocurrido, para trazar la estrategia conjunta de la sesión. El ambiente del grupo parlamentario puede volverse irrespirable y si fuera de O Hórreo hay riesgo de ruptura, el fantasma del grupo mixto también asoma dentro.

→ Consecuencias autonómicas

Al contrario de lo que pueda parecer, no andaban muy contentos en las últimas horas en el PSdeG y el BNG. Aquellos que comparten bancada en la izquierda son conscientes de que, en un análisis con las luces cortas puestas, la crisis del rupturismo les puede reportar votos y militantes rebotados de En Marea. Pero en cuanto se ponen las largas la realidad es otra: tumbar la poderosa maquinaria de Feijóo y el PPdeG en Galicia exige a la izquierda ser capaz de visibilizarse como una alternativa conjunta sólida, estable y capaz de gobernar de forma unida. Justo lo que En Marea, hoy, no puede ofrecer.

Andalucía vuelve a marcar el camino

IGUAL QUE OCURRIÓ en 2015, las elecciones andaluzas volverán a marcar el camino de los procesos que asoman en el horizonte: municipales, europeas y generales. Entonces, habían anunciado la irrupción de Podemos en el tablero, el papel de Ciudadanos como comodín útil para la izquierda o la derecha y el desgaste del PP. Aunque el escenario político actual es mucho más volátil que entonces, todo apunta a que Andalucía calibrará el plus de resistencia del proyecto socialista, examinará ya no al PP sino a Pablo Casado, medirá el estado de salud de Cs y Podemos y, sobre todo, servirá para ver el verdadero alcance del experimento Vox. Si el partido de ultraderecha obtiene representación en provincias con mucho peso inmigrante, como Almería, se presupone que ese modelo sería exportable a plazas de similar pefil social como las áreas urbanas de Madrid o Barcelona, pero difícilmente calaría en el norte de España. Y aunque Galicia y Andalucía son agua y aceite en el escenario estatal, también desde aquí se mira de reojo al sur.

El posible regreso de la alianza Galeusca

AUNQUE NADA tenga que ver con el primer pacto entre fuerzas políticas de Galicia, Euskadi y Cataluña bautizado como Galeusca, para el que hay que remontarse al año 1923, lo cierto es que la triple alianza puede resucitar en 2019 si, como todo parece, BNG, Bildu y ERC sellan un pacto para las europeas de mayo. Votarán el próximo día 15 de forma simultánea para dar el sí definitivo, después de que en 2014 el acuerdo saltase por los aires porque la pata catalana del proyecto decidió centrarse en su proyecto soberanista. En 2009 ya habían ido juntos, pero con la Chunta Aragonesista y EA, mientras que ahora, de arranque, se habla únicamente de estos tres actores, a la espera de que se puedan sumar otros invitados de la órbita del soberanismo. Este movimiento de ERC tiene dos lecturas: que el bloque soberanista catalán con la antigua CiU está ya dinamitado y que, por eso, quizás el próximo mes de mayo haya papeletas de otra segunda Galeusca: la de CxG, PNV y el nacionalismo catalán heredero de la vieja CiU.

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El mal ejemplo de Vigo y A Coruña: un millón de euros rumbo al sur

DE LAS LUCES de la Navidad ‘top’ de Vigo ya se dijo prácticamente todo. O casi, porque tampoco estaría de más recordar que el equipo de gobierno de Abel Caballero adjudicó la nada desdeñable cifra de 825.000 euros a una empresa andaluza, concretamente de Córdoba, Iluminaciones Ximénez. Un error, por cierto, repetido en A Coruña por Xulio Ferreiro, que le confía a la misma compañía los 335.000 euros del contrato. Al final, más de un millón de euros que se marchan fuera y que no le vendría nada mal a la economía doméstica, donde por cierto hay empresas como Creaciones Luminosas o Iluminaciones Santiaguesas, que trabajan en Ferrol, Ourense, Lugo o Santiago, y que también son ‘top’.

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