Blogue | Marta está harta

¿El instituto debería empezar a las 10 para que nuestros hijos sacaran dieces?

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ESTA SEMANA ha salido a la luz un estudio que dice que las calificaciones escolares de los adolescentes suben hasta un 4,5 % si estos empiezan las clases unos 50 minutos más tarde.

Los científicos, que han dado a conocer los resultados de su experimento en la revista Scientific Reports, pusieron a prueba un nuevo horario en dos institutos de Seattle, en Estados Unidos, donde la hora de inicio de las clases pasó de las 7.50 a las 8.45. El retraso fue suficiente para revertir la tendencia a la falta de sueño que las sociedades industrializadas sufren desde hace un siglo, según argumentan los investigadores en el nuevo artículo.

Al leer este estudio lo primero que se me viene a la cabeza es que aquí en nuestra España ya empiezan las clases a las 8.45, que para eso somos un país mediterráneo. Por lo que aplicando este sofismo, las medias de nuestros hijos tenían que ser más altas que las de los chicos de Seattle y aunque no tengo datos fehacientes que demuestren esto, así a ojo de buen cubero me temo que no es así.

Pero bueno, volvamos a la teoría de que los adolescentes son seres nocturnos por naturaleza, y eso puede ser un problema en el instituto, ya que su falta de horas de sueño muchas veces acarrea un bajón en el rendimiento escolar. Aceptando esta premisa se me ocurren miles de soluciones, que no sean que nuestra sociedad, y nuestro ritmo de trabajo se tengan que adaptar a nuestras jóvenes aves nocturnas. Pero a lo mejor estoy equivocada en mi idea de que nuestros hijos deben crecer educados en el trabajo y en el esfuerzo como decía el poeta y filósofo bengalí Rabindranath Tagore:

“Dormí y soñé que la vida era alegría

Desperté y vi que la vida era servicio

Actué y vi que el servicio era alegría “

Entonces me asaltan las dudas: ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué vivir en un mundo de esfuerzo y sufrimiento espartanos? ¿Y si estamos actuando de una forma equivocada despertando a nuestros hijos para ir a clases y no respetando sus ciclos circadianos? Y si lo correcto es respetar la nocturnidad de los adolescentes, el cansancio de los apáticos, el mal humor de los antipáticos y así hasta el infinito, a lo mejor así todo funcionaba mejor, haciendo como decimos en Lugo “lo que nos pete”. Pero vuelvo a tenerlo poco claro, porque si en algo estamos de acuerdo todos los educadores, seamos de la tendencia que seamos, es en que las reglas y la disciplina son la base de la educación. Y que se puede educar con calma y sin gritos, pero nunca sin horarios ni límites.

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