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Incertidumbres que ayudan

WARNING: Embargoed for publication until 00:00:01 on 13/03/2019 - Programme Name: The Victim - TX: n/a - Episode: The Victim Iconic (No. n/a) - Picture Shows:  Craig Myers (JAMES HARKNESS), Anna Dean (KELLY MACDONALD), D.I. Steven Grover (JOHN HANNAH) - (C) STV - Photographer: Mark Mainz & Digital Artwork:Matthew Burlem
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INTENTARÉ DECIRLO fácil y rápido: la felicidad no se encuentra si no se busca, la felicidad tiene que buscarla cada uno (aunque el estado ha de poner las condiciones para que eso ocurra porque es un derecho fundamental) y la cultura ayuda mucho a encontrar la felicidad.

Hay una serie recién estrenada en Filmin que invita a darle algunas vueltas al párrafo anterior. Se titula ‘La víctima’ y es británica, por supuesto. Lo que plantea es lo siguiente: una mujer difunde en internet la identidad del supuesto asesino de su hijo, acaecido quince años antes. Inmediatamente después de esta exposición pública, el hombre es atacado. Se inicia un proceso judicial contra la mujer. Mientras tanto, todo se va destruyendo.

El asunto, su resolución moral, sería mucho más sencillo si no existieran múltiples dudas acerca de la culpabilidad de ese hombre, cuya vida feliz, aparentemente feliz, se desmorona sin remedio. Esa mujer que no obtiene justicia, que jamás obtendrá reparación por esa muerte, necesita —o cree necesitar— una venganza. Pero es probable que se haya equivocado al señalar a esa persona. Al marcar a esa persona. Puede que haya apuntado a un inocente. Entonces, ¿quién es la víctima? Esta serie es el ejemplo perfecto de una historia incómoda y la incomodidad —se desajuste— es el lugar idóneo para reflexionar. Es ahí donde vive el pensamiento.

La felicidad no reside, en este caso, en el disfrute de la historia en sí —porque es un drama— sino en el recorrido que abre. Es una serie que no se acaba con el fin sino que permanece en la memoria como algo vívido. Se apaga la pantalla, quizá se termine la suscripción a Filmin, vienen otras cosas. Pero la historia — esto tiene algo de mágico— sigue latiendo. Lo que palpita en nosotros no es lo que, en su momento, vimos, sino, y precisamente, lo que no vimos pero estaba. Esa incertidumbre brutal.

Así que la cosa es que no vamos a obtener fórmulas ni métodos ni planos detallados sobre lo que debemos hacer, cómo tenemos que hacerlo y por dónde hay que seguir. Dejémoslo claro. No vamos a obtener nada que tenga que ver con soluciones. Entonces, ¿quién es la víctima? ¿quién es el culpable? A veces nosotros, a veces nosotros.

Lo que me gusta del enfoque de la serie es que, aunque llevado al límite para reforzar el drama, ofrece la posibilidad de aplicarlo a cuestiones menos extremas; pequeñas, cotidianas, normales, por decirlo así. Y eso significa que los conflictos con los que pueda estar lidiando cada persona tienen un referente más. Que no resuelve, que muestra un camino. Que no va a cambiarnos la situación, pero que va a enseñarnos una forma de verla en la que quizá no habíamos pensado.

Y así, a través de estas historias que tenemos al alcance, atravesando películas, series, libros, músicas, pinturas, paisajes, llenamos huecos o corregimos direcciones o aprendemos a mirar o, de pronto, entendemos la compasión o la emoción o la empatía o la fuerza. O lo que merece la pena y lo que no. Lo que aporta algo y lo que no. Es muy probable, casi seguro, que no nos libre del dolor, ni de la decepción, ni de la amargura. De volver a caer. Pero sí que es posible que caigamos menos tiempo, menos mal, menos tristeza. Que el golpe sea el mismo pero que la manera de afrontarlo sea otra. Y es ahí, en ese momento, cuando el poso de todas esas historias que no son exactamente nuestras pero que hacemos nuestras de algún modo, cobra sentido y ayuda. Y es por eso por lo que la cultura ayuda a la felicidad. Nos da empujoncitos hacia ella.

No existe una verdad inapelable que nos diga que hay una única manera de ser y de hacer y de sentir sino cosas que tomamos como ciertas y que adquirimos para que nos vayan mostrando el camino. Dudar mañana de algo en lo que creíamos ayer. ¿Por qué no? ¿O acaso sabemos con absoluta certeza quién es la víctima? ¿Esta vez?

Y después de todo es más bonito, o mejor, a mí me parece más bonito, buscar la felicidad teniendo a la cultura como una interlocutora exigente y justa. Capaz de mostrarnos lo peor, lo mejor y lo regular. Los desequilibrios y las armonías, la fragilidad de ambos términos. Buscar dialogando supone un esfuerzo que ayuda a sonreír. Es algo. Es mucho.

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