Blogue | Arquetipos

Decirlo breve, pero bien

State of the Union.EP
photo_camera State of the Union.EP

LA VERDAD como forma de alcanzar lo humano y la brevedad como método para narrarlo son tendencia. Emocionante, interesante y saludable tendencia. Sin tratar de sustituir u olvidar los modelos clásicos, lo cierto es que la idea tiene potencial y riesgo suficientes como para querer averiguar cómo lo resuelven los implicados. En este caso, State of the Union, es una serie de diez capítulos con una duración de diez minutos cada capítulo. En ese corto periodo temporal tiene que haber una trama y un desarrollo que le de sentido y, a ser posible, que hable de cosas que nos importen. Que la historia dure poco no significa que sea más fácil de contar. Esta serie consigue situarse en el nivel de las historias bien contadas, con momentos de brillantez en el guion que sabe utilizar los ritmos y las pausas con sutileza para llevarnos por donde ha elegido llevarnos. Una pareja en crisis va a empezar terapia con la intención de salvar su matrimonio y diez minutos antes de la cita semanal, se encuentra en un bar situado enfrente de la consulta. Diez sesiones, diez encuentros previos. Y es, precisamente ese, el espacio elegido de la historia; es ahí donde se despliega la narración y donde, sin mover apenas a los dos protagonistas de sus asientos, ocurre todo. Con todo, quiero decir, la vida. 

Son tentadoras las conexiones con otras formas breves de contar. Las novelas cortas, por ejemplo. En un pequeño espacio se despliegan mecanismos que, con buen hacer, consiguen impactos sorprendentes. Son esos golpes internos, esos estallidos, que serán recordados siempre. State of the Union, serie británica, dirigida por Stephen Frears y creada por Nick Hornby (que se puede ver en HBO) me trae a la mente sensaciones de lecturas que, en su día, fueron recibidas como un choque entre elementos que, sin remedio, dejaron huella en mí. Reencuentro, de Fred Ulhman; El último encuentro, de Sándor Márai; Paradero desconocido, de Kressmann Taylor. Las tres hablan de la verdad –de su búsqueda– en una época concreta que marca la historia de sus personajes protagonistas. Las tres cuentan, en pocas páginas, en intensas páginas, lo que la vida da y la vida quita, lo que es capaz de ofrecer y capaz de arrebatar, demostrando así la poderosa influencia de las circunstancias en la existencia de cada cual y, al mismo tiempo, mostrando lo que cada cual está dispuesto a hacer para adaptarse y seguir y sobrevivir. La verdad, en todos estos casos –incluido el audiovisual– es el ingrediente básico, el pilar sobre el que se asientan las narraciones. Antes de empezar, en las primeras páginas, en los primeros minutos de metraje, la verdad está todavía lejos. Poco a poco se va aproximando, y no sólo eso, sino también, y lo más importante, se va haciendo imprescindible para que los personajes avancen y comprendan y encuentren puntos de apoyo y puertas abiertas para continuar el camino. La verdad, en las historias, se vuelve imprescindible y es el hilo de la unión, el nexo de lo humano con lo humano. Sin esa verdad, se corre el peligro de que la existencia se deshumanice y es eso, de modos diferentes, en contextos diferentes, lo que todos estos relatos cuentan. 

Lo cerca o lejos que esté la verdad de nosotros va a depender de las ganas que tengamos de enfrentarnos a ella. Darle la espalda supone muchas cosas, demasiados riesgos. Confrontarla supone muchas cosas, demasiados riesgos. De ese dilema salen cada día grandes historias susceptibles de narrarse en pocos minutos, de escribirse en pocas páginas. Otra reciente, Duelo, de Eduardo Halfon, un escritor que crece en cada texto, y que, partiendo de un recuerdo verídico, construye una narración destinada a encontrar la verdad y es, en ese recorrido –en ese vuelo corto– donde se topa con más elementos que dotan de sentido su búsqueda y de más humanidad su ser. 

No despreciemos pues, estas cosas que se acaban tan pronto. Si tenemos la suerte de encontrarnos con las adecuadas, se convertirán en aprendizajes duraderos, capaces de cambiar la mirada, la forma de mirar, el punto desde el que mirar, la mentalidad con la que mirar. La voluntad de alcanzar la verdad quizá cure, quizá alivie, quizá fortalezca, quizá merezca la pena. Perder la humanidad es lo que no compensa.

Comentarios