Allá por el mes de marzo, cuando todo esto que no parece tener fin empezaba, alguien en la redacción lanzó una profecía. "Dentro de poco todas las noticias de los periódicos tratarán sobre el coronavirus". Acertó. Pero poco a poco se han ido abriendo paso temas más sanos, historias que, al leerlas, nos hacen olvidar por un momento que llevamos puesta una mascarilla. Les cuento una de mis favoritas. La leí hace un rato en internet y sucedió en Islandia. Una turista participó durante un día entero en la búsqueda de una mujer que resultó ser ella misma. Formaba parte de una excursión y, al regresar al autobús, se cambió de ropa. El conductor no la reconoció y denunció la desaparición. La joven se lanzó al monte con el resto de excursionistas y, al día siguiente, al escuchar la descripción de lo que estaba buscando pensó: «¿A ver si voy a ser yo?». Ya ven, lo que mucha gente persigue en el Tíbet o en las páginas de un libro de autoayuda lo halló esta mujer en Islandia. Siempre podrá presumir de que un día se encontró a sí misma. La historia debería finalizar aquí, pero un amigo me advirtió de que sucedió en el año 2013. Desde que lo sé vivo preso de la incertidumbre... ¿Se habrá perdido otra vez?
