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Jardines de primavera

¿He tenido que ver la flor de Tino Saqués en el milagro del Lugo? ¿Es el nuevo Zidane? Hay quien lo ve así y quien no. Elija usted su bando
Tino Saqués. SEBAS SENANDE
photo_camera Tino Saqués. SEBAS SENANDE

NO ME DEN buenos generales, dénmelos con suerte, decía Napoleón. No me den buenos entrenadores, dénmelos con flor, decían los aficionados del Real Madrid mientras Zidane levantaba Champions. En esto del fútbol no basta con ser mejor que el rival para terminar con una sonrisa en la boca que dure varios días; se sabe desde hace siglos. En ocasiones basta con tener un jardín en casa bien regado y no importa que un día te despistes y lo atravieses con unas botas de suela reforzada; siempre hay alguna que queda en pie y que en días como el de ayer cobija con su sombra una ciudad entera.

El jardín del Lugo tiene un dueño y se llama Tino Saqués. Él se lo compró y allí planta lo que le da la gana. Y visto lo sucedido en las dos últimas temporadas nadie puede discutirle que su especialidad son las flores de primavera.

Como sucedió el año pasado, durante toda la campaña hubo pocas ocasiones en las que se podía enseñar a los invitados. Fueron muchos los cambios de fertilizantes, de abonos, de sulfatos... y aquello cada vez se parecía más a uno de esos campos que gobiernan el paisaje cuando Galicia no se ve por el retrovisor. Hasta que llegó la primavera y, de nuevo, los colores brotaron de entre las dudas para ilusionar a la afición con la posibilidad de asistir a otro milagro.

Y así ha sucedido. El Lugo sigue en Segunda y los hay que creen que es gracias a la flor de Saqués. Otros en cambio piensan que si de verdad la tuviese, esta ciudad ya habría visto fútbol de Primera División.

Pero tal vez todo sea más sencillo. Tal vez Napoleón triunfaba en las batallas porque sus generales, con suerte o sin ella, eran buenos estrategas. Tal vez el Real Madrid ganó sus tres orejonas seguidas porque Zidane sabía lo que hacía con aquel plantillón. Y tal vez los cielos se le han abierto al Lugo por segunda ocasión consecutiva porque tiene unos generales con una cinta en el brazo que ganan partidos hasta sin montarse a caballo. O tal vez no, a lo mejor es todo cuestión de flor.

Que cada cual escoja el camino hacia la felicidad.

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