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De Iniesta hacia atrás

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photo_camera El gol
Justo cuando al fútbol se juega sin gente en las gradas se cumplen diez años del gol que convirtió España en un estadio enloquecido. Diez años de un grito que, aunque ya lejano, todos tenemos localizado. Nadie se ha olvidado dónde contuvo la respiración cuando Iniesta armó aquel disparo. Yo lo recuerdo, como también lo que pensé justo después. Y es que siempre tiene que haber una mancha, incluso con el país asomado a la ventana para dejar salir una alegría que no le cabía en el salón. Lamenté no haber vivido eso de niño. Me acordé de la ilusión con la que vivía cada Mundial y del cuadro que me quedaba de cada uno. Hace un rato, antes de escribir esto, hice un repaso por el Youtube. Empecé por el gol de Iniesta y, tras pasar por cabezazos de Zidane, sobaqueras de Camacho, cuartos de final con forma de muro infranqueable, trampas, lágrimas y obras de arte de Maradona, llegué siendo un niño al origen de todo, a España 82. Y allí estaba, en una casa que ya no existe, el sillón del que salté por primera vez en mi vida viendo un partido de fútbol. Fue un Brasil- URSS en blanco y negro que Eder tiñó de amarillo con un golazo. Para mí, el gol. Después vendrían muchos más, y mejores, pero es que el primer beso nunca se olvida.