Media España se acuesta a diario con la esperanza de leer al día siguiente que los que pagaron 1.200 millones de pesetas al número dos del Comité Técnico de Árbitros fueron los otros. Normal, llevan toda la vida convencidos de ello. Mientras, los otros amanecen y se lanzan a internet para saber si por fin hay un castigo para los unos. Pero no; se van sabiendo cosas, unas parecen graves, otras no tanto, mientras la vida sigue con aparente normalidad. Ahora se ha metido Europa a investigar el tema; es la ilusión a la que se agarran los otros, porque en España el tema está en manos de la Justicia ordinaria, que lleva el ritmo de las cosas de Palacio. Hay miles de folios por delante y un montón de hilos de los que tirar, así que por ahí ni unos ni otros deberían esperar una sentencia a corto plazo. Harían bien en preocuparse por otra cosa. Y es que esto tiene pinta de que va para largo, que habrá sentencias y recursos, y hasta es posible que acabe en las altas esferas del Poder Judicial. Por eso, convendría saber cuántos magistrados de los que tienen la última palabra son de los unos y cuántos de los otros. En este país sucede que la balanza se decanta en ocasiones en función del partido... del partido de fútbol, digo.
