Se ha muerto Larry Tesler y las banderas ondean a media asta en las facultades de periodismo de todo el planeta. Se ha ido el hombre que más ha hecho por esta moribunda profesión que, como el malo de Terminator 2 en aquella caldera de metal fundido, agoniza tomando horripilantes formas antes de desaparecer para siempre.
No hace falta que lo busquen en Google, ya les digo yo quién fue Larry Tesler: nada menos que el inventor del ‘copiar y pegar’, del ‘control C, control V’, la manera de capturar un texto, guardarlo en la recámara del ordenador y dispararlo en un hueco en blanco hambriento de letras, tal y como voy a hacer yo ahora mismo: «Graduado de la Universidad de Stanford en Silicon Valley, en California, Tesler se especializó en las interacciones entre humanos y máquinas». ¡Tachán! Ni un segundo he tardado en traerme aquí este párrafo desde internet.
Que este vulgar ejemplo del empleo de su mágica invención sirva como homenaje a un hombre por el que las banderas ondean a media asta. Es una pena que en el momento de escribir el último renglón de la vida no funcione el otro gran invento que más ha hecho por el periodismo escrito: el control Z.
