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El chico que le gusta

Proc/JFIF/EFE-Calidad:Excelente
Lo peor de estar encerrado es que los días se convierten en retos, casi en obligaciones; como si de una dieta o una tabla de ejercicios se tratasen. Y lo peor de todo es empezar. Cuando tienes por delante una cuesta, el primer paso es el más complicado; aunque sepas que arriba, allá por el verano, te espera un mundo parecido al que conocías. En mi caso (y por lo que leo y escucho no soy el único), el momento más plomizo del día es el del arranque. Sobre todo porque eso conlleva mirar el teléfono y rezar para que haya los menos mensajes posibles. Es un ritual desagradable, pero necesario. Es nuestro punto de conexión con la gente que nos interesa, que nos preocupa. Llevo un mes repitiendo la operación y hoy, por primera vez, esa pantalla sin alma me ha dado una alegría de verdad. Un amigo ha sido padre y ver la foto de Celia, que así se llama la criatura, me ha llenado de energía. El día, pese a ser como todos, tiene un aire a los que echamos de menos, a los que Celia tiene por delante. Espero que cuando sus padres le expliquen cómo era la época en la que vino al mundo a ella le suene a ciencia ficción. Ojalá su única preocupación al encender el móvil por la mañana sea ver el mensaje del chico que le gusta.

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