De las infinitas películas y series que se harán sobre el coronavirus hay una escena que se me antoja imprescindible. Sucederá en el despacho de Boris Johnson; el primer ministro decidirá no cerrar el país ante la pandemia y pronunciará su célebre frase: «Los que tengan que morir, morirán». La cámara hará un zoom hacia un científico que minutos antes sostenía un argumento contrario al de Johnson y que con cara de derrota murmurará: «Qué error, qué gran error». La siguiente imagen será la del político británico entrando en la Uci.
En las producciones centradas en España no se verá una escena similar. Se habrán hecho muchas cosas mal, pero en cuando comenzó el debate sobre la necesidad de cerrar el país se echó el candado. Se escuchó a los científicos y ahora parece que se puede empezar a abrir la puerta. Está en nuestras manos salir en orden, sin pisarse, sin adelantar por la derecha. Existe un peligro real de tirar por la borda todo lo hecho. Recuerden que la mayoría de los accidentes suceden cerca de casa, cerca de la meta, cuando se baja la guardia. Es hora de demostrar que cuando aplaudimos por el balcón lo hacemos para dar las gracias a los sanitarios, no para quitarnos el miedo.
