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Vivir en una chabola

Cerca de 200 personas de etnia gitana ocupan desde hace 20 años el gueto de As Lamas

NO TODAS las comunidades autónomas han avanzado igual en la mejora de las condiciones de vida de la población gitana. En cuanto al chabolismo, algunas lo han erradicado, como es el caso de Canarias y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. En otras regiones, el número de personas de etnia gitana viviendo en chabolas es inferior al 1%, como Extremadura, Comunidad Valenciana, Navarra, Castilla y León, País Vasco y Cataluña.

En Baleares, Murcia, Asturias, Cantabria y Andalucía el nivel de chabolismo se sitúa entre el 1 y el 2%, mientras que Galicia, Aragón, Madrid y Castilla-La Mancha son las comunidades que superan la media española. Son datos que figuran en un estudio encargado el pasado año por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad a la Fundación Secretariado Gitano. En ese informe se dice que se ha avanzado mucho en la erradicación del chabolismo, aunque hay situaciones, se añade en las conclusiones del dosier, "preocupantes, por ejemplo en Galicia, con un índice de infravivienda muy elevado".

Desde el Secretariado Gitano se ha señalado que, aunque hay una estrategia a nivel nacional, existe una desconexión entre la Administración central y las comunidades autónomas, así como entre estas y los ayuntamientos. El problema radica, dicen, en que los gobiernos autónomos no tienen en cuenta la erradicación del chabolismo en sus planes de vivienda.

Así están las cosas. Lo pueden comprobar si se acercan hasta la zona de As Lamas, en Monforte, detrás del mercado ganadero, donde hace 21 años fueron abandonadas a su suerte una decena de familias de etnia gitana de origen portugués que dos décadas después se han multiplicado por dos sin que sus condiciones de vida hayan mejorado sustancialmente. Si desean saber qué es una infravivienda dense un paseo por As Lamas. Las casas de estos vecinos de la ciudad están construidas a retales, con todo tipo de elementos, desde madera a bloques de hormigón pasando por planchas metálicas.

El Ayuntamiento ha hecho muy poco para mejorar las condiciones de vida de estas personas. En su día les dieron unas casetas metálicas, de las que se usan en las grandes obras para albergar oficinas o un comedor, tras caérsele la cara de vergüenza por, poco antes, entregarles unos tablones de madera, unas puntas y unas uralitas para que se buscasen la vida. Fue al principio, cuando los habían echado del barrio de A Pinguela, del vetusto y ruinoso edificio que albergó una prisión preventiva y que esta población había convertido en su residencia, para hacer unas pistas de tenis.

En estos 20 años de historia del poblado chabolista de As Lamas solo me consta un intento por parte de la administración local para mejorar sus condiciones de vida. Fue durante el gobierno de Nazario Pin, cuando se había diseñado un proyecto para la construcción de unas viviendas unifamiliares y un local social y la urbanización del espacio. Había planos y presupuesto para acometer la iniciativa, que se le iba de las manos desde el punto presupuestario al Ayuntamiento, por lo que había pedido ayuda en forma de subvenciones o de asunción íntegra del plan a la Xunta de Galicia, que había dado la callada por respuesta.

Ahora, el Ayuntamiento monfortino ha vuelto a la carga. Ha decidido buscar pisos de alquiler para los de As Lamas, una operación para acabar con el chabolismo y propiciar la integración que se antoja imposible. Seamos realistas. El propietario de una vivienda prefiere tenerla cerrada que alquilársela a estos monfortinos marginados. Esta no será la solución. Ignoro cómo se puede arreglar un problema, una situación de vida, verdaderamente vergonzante para una sociedad que presume, entre otras cosas, de ser solidaria. Pero ya se sabe, ojos que no ven corazón que no siente. El gueto está ahí, pero escondido.

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