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Educar en igualdad

SOBER LLORA a una de sus vecinas, la que ha perdido la vida en Madrid a manos de su pareja en un nuevo caso de violencia machista, esa lacra que atenaza a la sociedad del siglo XXI y que parece no tener fin. Este viernes hemos celebrado el Día de la Mujer con multitud de actos reivindicativos en todos los rincones de España, iniciativa que, lamentablemente, solo sirve para visualizar un problema, el de la falta de igualdad entre los hombres y las mujeres, y el de la violencia de género, pero no para darle una solución tajante, definitiva.

La única forma de acabar con todo esto es desde la base, desde la familia y la escuela, sobre todo desde esta última, enseñándole a los niños que una niña es exactamente igual que ellos y que jamás puede ser entendida como un objeto y menos como propiedad de nadie.

Opino que los centros de enseñanza tienen que ser los encargados de educar en la igualdad y ayudar a eliminar cualquier actitud machista. Digo esto porque tal tarea se antoja difícil en el ámbito familiar, donde aún hay muchos, demasiados, hombres que se piensan superiores al género femenino y donde con sus actuaciones empapan a sus hijos de esa falsa creencia. Ven dominación, tortura psicológica, insultos y hasta violencia física hacia sus madres sin que nada de ello tenga consecuencias reales sobre el maltratador, una persona que no debería vivir en sociedad y menos en una que se autoproclama moderna.

Se ha estudiado mucho la violencia machista pero, como decía anteriormente, sin dar con la tecla para extirparla de raíz. Por ello, insisto, el sistema educativo debería contemplar acciones para corregir estas actitudes.

En materia de violencia de género es fundamental que la escuela desempeñe una función que, en buena medida, corrija o reoriente actitudes aprendidas en casa o en otros entornos en los que los jóvenes se socializan.

Esto es lo que cree Leslee Udwin, cineasta británica y fundadora del programa Think Equal (Piensa Igual), que se está extendiendo por distintos países del mundo. Udwin ha concebido un método pensado para que se empiece a usar con alumnos de tres años, todo ello con el objetivo de acabar con el hecho de que uno de cada tres jóvenes españoles sigua considerando normal que un chico controle las relaciones de su pareja.

Las escuelas, los educadores, no deberían de cansarse de insistir en los conceptos de igualdad y de promover actividades de sensibilización contundentes y prolongadas en  el tiempo, ya que el machismo no es innato, sino que se aprende.

Para que no haya violentos debe haber una educación claramente dirigida a ello. Las fuertes sumas de dinero que se invierten en campañas relacionadas con la violencia de género son infinitamente superiores a las que se aplican al sistema educativo. Es preciso una mayor contundencia educativa, pues con ella las personas crecerán sin determinados roles de género que acaban creando hombres machistas.
 

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