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Mi marcha verde

No recibí invitación de la Casa Real Marroquí para acudir, el pasado viernes, a El Aaiún, capital del Sáhara español, que incluso fue provincia y tuvo sus representantes en las Cortes y el Consejo Nacional del Movimiento, corazones artificiales que aún bullían en el regimen de Franco cuando Franco se disponía a morir en la cama dejando todo atado y bien atado, menos lo del Sáhara, que estaba desatado a más no poder. Pepe Solís, ministro del Movimiento, le dijo al Caudillo, encamado a unos metros del tanatorio de La Paz: «Excelencia, lo del, Sáhara, OK» y el Jefe, que ya no entendía de idiomas, le respondió que bien, que así se podía morir a gusto. Y se murió unos días después del pacto de Madrid, que se firmó el 14 de noviembre. Así entregamos a Hassan II un territorio y un pueblo que no eran suyos, como habíamos entregado ya, unos años antes, Sidi Ifni, que sí lo era, además de mal lugar para enterrar a soldados españoles, cuya muerte ni se hizo pública porque era secreto de Estado. El gobernador militar español, general Gómez de Salazar, quemaba sus últimos días de tensión en su luminoso y severo despacho de la primera planta de un edificio colonial. 

Éramos unos pocos periodistas. Parece como si la lejanía disuadiera a los directores de los medios de hacer gastos extra en vísperas de Navidad, con las pagas extraordinarias a punto de entrar en los sobres, con cestas más de oropel y papel de celofán que de sustancia, pero que costaban lo suyo. El caso es que en el Parador de El Aaiún sesteábamos unos periodistas que, dado el lento transcurso de las cosas, podíamos desertar en cualquier momento y volver a casa sin pillar una exclusiva, pese a tantos rumores como nos llegaban con el viento de la tarde. Hasan II sí tenía su plan. El día 5 de noviembre dio pública y solemne noticia de la Marcha Verde, de miles -hasta 300.000 voluntarios- acampados en la frontera con el Sáhara español. No pasaba nada, todo era calma. Unos días antes, el teniente coronel Muñoz-Grandes, hijo del general Muñoz-Grandes, el de la famosa División Azul de 1941, me había invitado a reconocer el territorio desde un helicóptero, cientos de kilómetros de desierto, con algunas poblaciones como Smara, la teórica capital, rompiendo la monotonía de la piedra y la arena. Cerca de la frontera este, destacamentos de fuerza reales de Marruecos habían acampado. «¿Eso es Marruecos?», le pregunté. «No exactamente», me respondió. Eran tropas marroquíes; después supe que eran unos 25.000 soldados que habían tomado posiciones dentro del territorio saharaui/español. «Pero eso no lo cuente», me pidió mi piloto. 

Mi hotel era el Parador, único hotel de El Aaiún, y, por la mañana, mi primera visita era para el general gobernador, Federico Gómez de Salazar, hombre afable y militar de meritoria carrera. Las noches del desierto, plácidas aunque frías, resultaron insoportables para algunos colegas, que sufrían pesadillas atroces con argumento aterrador de cazas marroquíes que bombardeaban el hotel. Yo mismo tuve que llamar al director de un periódico levantino pidiéndole que retiraran a su enviado especial al Sáhara, un excelente periodista y gran poeta, que no pudo aguantar la presión del miedo. Por lo demás, los whiskies con el general -me ganaba siempre, empezaba antes de que yo tomara el primero y único del desayuno- me entonaban, con la ventaja de que no tenía que conducir. Pero no me daba noticias: «Madrid no nos pasa información», me decía el general. Y los legionarios lo llevaban muy mal; más de una vez hubo que templarlos. En su lenguaje expresivo figuraba el deseo de encontrarse frente al moro y descerrajar unos cuantos tiros en sus partes bajas. «Nos vamos, les dije un día, en presencia del gobernador, y esto lo va a administrar Marruecos». En efecto, todo estaba dispuesto para la firma. Se firmaría el día 14. El gobernador se encogió de hombros. Los moros estaban allí, a la vista, pero nadie empuñó su arma.¿Por qué abandonamos no solo el territorio y sus fosfatos sino también a los saharauis y sus vidas, al simún abrasador del desierto? ¿Qué ha sido del referéndum de autodeterminación de 1988 de la Onu, tras el fallo del tribunal de La Haya en favor de la independencia del Sáhara?

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