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Las visitas reales y los diarios referentes

YA NO son noticia los que lo eran. Los Mas, los Iglesias, yo diría que hasta los Riveras. No hay más que ver a la compostelana Carolina Bescansa, llorando como Boabdil Granada, la pérdida de la Moncloa que el espejismo de los "podemitas" daba por asaltada y tomada. Pero quedan cosas divertidas. Las recepciones en palacio, los políticos ante los jueces… Y Felipe VI, que no para. ¿Quién lo ha movilizado y para qué? ¿Qué estará tramando con Artur Mas, que no hacen más que encontrarse en la calle en Barcelona y darse la mano? ¿Estarán tramando una república dual al estilo del reino de Austria-Hungría de Francisco José y Sisi? Lo único que yo sé es que el Rey tiene prisa, y eso no es bueno porque, como dice el famoso periodista social, los españoles tenemos derecho a saber dónde se encuentran nuestros reyes en cada momento. Aconsejaría más sosiego y mejor aprovechamiento del tiempo en cada caso. No se puede agradar a todo el mundo y menos a los que están buscando contar con figuras en su empeño electoral a la vista. Eso no es bueno para nadie y menos para el Rey. Y hay que elegir mejor los motivos de la presencia del rey y ver a qué se le compromete en cada presencia.

Hay que elegir mejor los motivos de presencia del Rey

El pasado día siete, el diario más importante de Galicia salió con diez páginas, portada incluída, además de una portadilla interior, las once a mayor gloria del editor-propietario. Hace cuarenta y cinco años era, además, presidente de la Asociación de Padres del colegio de los jesuitas, y ya era así. Por lo que veo, no ha perdido un gramo de autogestión de su imagen... Por eso no me he escandalizado pero sí asombrado. He dejado pasar unos días para que se diluyan las burbujas emotivas de mi asombro. Se entregaba, lo entregaba el Rey, el premio que lleva el nombre del fundador del diario. El Rey voló a Santiago, recogió de manos de Feijóo las credenciales de embajador de Honor del Camino y, completó su viaje en La Coruña con dos actos, uno de ellos con almuerzo en la Fundación del periódico, donde entregó el galardón a Darío Villanueva. Lógico que, al día siguiente, el periódico resalte unas palabras del discurso real, precisamente cuando asegura que el diario "es un referente imprescindible". ¿Saben todos los presentes qué es eso de ser "un referente"? Nos lo dice la RAE: "Que refiere o que expresa relación a algo". Más claro, agua. Me callo las referencias que me sugiere el diario en cuestión; la distribución informativa del pasado día siete es el mejor referente de autocomplacencia, con olvido total del personaje invitado, del Rey. ¿Y cual es la referencia del patrón del diario que va por libre en la apretada agenda de Felipe VI, en Galicia? Por lo que veo, lo importante no ha sido que Feijóo entregara al Rey las credenciales de embajador del Camino, ni siquiera que se reuniera con los empresarios y ejecutivos españoles de la CEDE. El diario del prócer despacha la información de las credenciales con un recuadro de 10X10 en el faldón de la página 38, sin foto, debajo de una extensa "infomación" de una firma comercial francesa, con cuatro fotos nada menos.

De los empresarios se acuerda al final de la página 41 y la foto recoge parte de la primera fila de los reunidos con el Rey, pero no recoge la imagen del Rey. Son ellos Fainé, Slim, Alierta e Isla. ¿Qué pinta en todo esto Felipe VI? Mientras al almuerzo y comensales, con decenas de fotos, dedica el diario once hermosas páginas y en la portada, de izquierda a derecha, Rey y el Rey aplauden al director de la Real Academia, —‘'Gallaecia fulget. Darío Villanueva'’, titulaba yo este espacio hace tres lunes—, el monarca es la marioneta del espectáculo. Un santo.

Con ejemplos como éste le van a llover a Alfonsín cientos de peticiones de presencia y palabras regias en cualquier romería con etiqueta. O sin ella. Mejor en la calle que en Palacio: dos mil invitados en Palacio son más que los cien mil hijos de San Luis. ¡Qué exagerado! Me temo que he perdido la referencia.

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