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Procrear en la sombra

Galicia presenta una nómina larga de cronistas y columnistas que suponen todo un acontecimiento literario y periodístico

SEÑOR DIRECTOR:

A Alfonso Cabaleiro le sugeriría que incluyese en el portafolio de Galicia Calidade la remesa de jóvenes, y maduros, columnistas y escritores gallegos que en estos tiempos produce y obtiene reconocimiento exterior. Le darían lustre al vino y hasta a los percebes do Roncudo

En los expositores de las librerías están ahora mismo Manuel Jabois, con ‘Malaherba’; Rafa Cabeleira, con ‘Alienación indebida’; Manuel de Lorenzo, con ‘Todo lo demás era silencio’, su primera novela, o Juan Tallón y el fenómeno de ‘Salvaje Oeste’. Galicia es el escenario en todas ellas. Por lo que oigo, a la vuelta de unos meses, se incorporarán dos nuevas novelas, una de Rodrigo Cota y otra de Rafa Cabeleira, que sacrificarán el verano a la escritura. Cabe esperar que Miguel Olarte, afilado columnista en El Progreso, escriba el relato explicativo, en formato libro, que narre las mareas vivas judiciales que en los últimos años llegaron hasta el corazón del Lugo fortificado con milenarias murallas. La intensidad y la permanencia de ese oleaje producía la atención de los medios, con titulares en la prensa escrita de toda España y aperturas de los telediarios. Miguel Olarte podría decirnos qué se perseguía realmente, además de la dudosa procedencia de unas bombillas para el salón, con la detención de un alcalde en la vía pública cuando de mañana iba a llevar a sus hijos al colegio. Hay, con el libro, ingredientes, de los que se dicen fundamentales para atraer y mantener la atención del lector o espectador para toda una serie de plataforma de pago. Olarte se sumaría así, por méritos propios, a los Truman Capote, Gay Talese —sin sus trajes y sombreros, por supuesto— o Tom Wolfe, para que reivindique don Miguel ser el Balzac de Recatelo, como el americano pedía ser el de Park Avenue. Una auténtica hoguera de las vanidades. María Piñeiro, por su parte, tiene pendiente llevar el portalón a libro que ofrezca las crónicas de A Milagrosa, un barrio en el Finisterre europeo, exponente del multiculturalismo que es una forma de llamarle a la concentración de inmigrantes de múltiples procedencias. Algo que convierta en escenario universal el barrio de A Milagrosa, como la muestra sociológica que nos ofreció Ignateiff por barrios de ciudades del mundo.

Huir del sol es para Rafa Cabeleira un ejercicio de normalidad. A Rodrigo Cota le entusiasma casi tanto el ordenador como una sobremesa con el aroma del licor de hierbas. Escribirán sus novelas este verano y volveremos, para la próxima temporada, a tener libros de esta hornada de cronistas y literatos gallegos en los expositores de los grandes almacenes.

Este columnismo, que marca estilo, y estos escritores que hablan gallego son todo un fenómeno en el tiempo y en la calidad. Son señales de vida en esta Galicia que se hace vieja y despoblada. Se llevan bien, además, entre ellos: compañeros y sin embargo amigos. Si no producen o editan en gallego, que respondan de esa ausencia editorial autóctona, los ‘petrucios’ de los diferentes santuarios que se pelean por las subvenciones y los inciensos de los botafumeiros , según se lee en las crónicas semanales de Santiago Jaureguizar, auténticas autopsias, con informe razonado sobre las causas de la defunción. Sucede también con las ‘cartas asombradas’ que Caetano Díaz escribe con su bisturí en El Correo Gallego.

Este fenómeno de jóvenes narradores en la prensa tuvo en los viveros de El Progreso y Diario de Pontevedra el ambiente que propició que brotasen con fuerza y enraizasen para la permanencia. Aquí, en estas páginas que usted dirige, y preside doña Blanca García Montenegro, encontraron y encuentran, como en casi en ningún otro medio de Galicia, el clima propicio para crecer, hacer incursiones y llenar, hasta concentrar público en la calle, cuando pasan por Madrid a presentar o dar charla en Tipos Infames.

Este tiempo periodístico recuerda la desesperanza de un cementerio o el silencio de la hora de la siesta en plena canícula en un abandonado pueblo castellano, con el ladrido de algún perro que olvidó Buñuel. Estos cronistas dan pistas y auténticas lecciones de por dónde pudiera ir, en tiempos de transformaciones radicales, el periodismo literario y el periodismo interpretativo en la prensa de calidad. Por los contenidos y en el soporte que sea, los medios han de diferenciarse de los saldos y el todo a cero, que ni a cien llega, en medio de esta trampa del gratis total que puso en marcha la internet. Al tiempo que se producía la euforia colectiva, como un éxito, el gratis total, se propagaba la interesada mentira de que todos, con un teléfono o una tablet y las redes, somos periodistas. Se quiso cargar la profesionalidad en la elaboración y difusión de la información, que implica la responsabilidad de identificarse en la misma e invertir tiempo y dinero para hacerla creíble. Luego, y son los mismos de la eufórica pirotecnia descerebrada, se escandalizan con las ‘Fake news’, que suena así como algo original y diferente a la mentira y la manipulación que se practicó siempre. Claro que ahora, convertidos los soportes en garantes de credibilidad, las aguas fecales se introducen en las cañerías que van destinadas al consumo humano. Todo este fenómeno acrítico del ‘gratis total’ y del reparto universal de una credencial de periodista era y es otra vía, sospecho que incluso programada, señor director, para acelerar aún más la descomposición de las democracias liberales,

El otro día, bajo un sol de solemnidad, que se agradecía, almorzamos en una terraza pontevedresa Miguel Ángel Rodríguez, director de Diario de Pontevedra, y dos excelentes representantes de ese nuevo periodismo exportable, que bebe en fuentes galaicas como las de Camba o Cunqueiro: Rafa Cabeleira y Rodrigo Cota. Podemos presumir. A la mesa, como producto de la tertulia, se hicieron presentes otros columnistas, que usted tiene o tuvo en su periódico. Desde Manuel Jabois, que se amamantó en los pechos de Diario de Pontevedra y que desde Sanxenxo salió de viaje por Galicia en la última de El Progreso, hasta Juan Tallón o Manuel de Lorenzo. Todos tienen, como ya le he contado, una o varias novelas en las librerías. O los nombres de María Piñeiro, Marta Veiga y María Varela, otras tres brillantes firmas, con las que usted cuenta en su periódico, que forman parte de este columnismo que hace atractivos e informativos los periódicos.

Sucedió todo en una plaza en el entorno de la Ferrería pontevedresa. No le doy el nombre concreto, por si luego Rodrigo Cota me aparece en versión de hombre pez para recordarme que no sé ni dónde estoy. Me consuela que Cabeleira desconociese que una de las esquinas que ocupamos, mientras dábamos cuenta de un aperitivo, estaba bautizada como Praza de Ourense. Para mí, como para Cabeleira, que es de Campelo, todo era Ferrería.

Cota llegará a la próxima cita en forma de hombre pez, con su nueva novela bajo el brazo, como un protagonista de Gonzalo Torrente Ballester cuando narraba la historia de aquel Mariño, al que se llevó la sirena que seducía y secuestraba hombres para darse placer. O dárselo, además, a los seducidos , que por alguna razón justificada no regresaban. Mientras, le buscaremos una sombra a Cabeleira para que presente la novela que tiene en la cabeza, Alfonso Cabaleiro seguramente, señor director, encontrará la forma para incorporar a las bendiciones del Año Santo próximo a esta producción periodística.

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