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Exhibición de irresponsabilidad

Los líderes políticos sirven con entusiasmo platos para el pesimismo ciudadano
Pedro Sánchez, pendiente de Pablo Iglesias.J.J. GUILLÉN
photo_camera Pedro Sánchez, pendiente de Pablo Iglesias.J.J. GUILLÉN

EL ESCEPTICISMO y el pesimismo fueron rasgos característicos del tránsito del siglo XIX al XX en España. Es el espíritu de la Generación del 98. Es el tema, como problema de España en versión de Laín Entralgo, al que le dieron vueltas y más vueltas. España se ensimisma, se aísla y mira al pasado en las situaciones de cambio o de crisis profunda. Celebra y al tiempo llora la grandeza que se fue. Cualquier tiempo pasado fue mejor. Cunde el pesimismo como posición colectiva. Es esta una interpretación de autoayuda en artículo periodístico para diván colectivo.

Se corresponda o no con la realidad: la hemos leído o nos la han explicado. Sirve para interpretar las respuestas aislacionistas, el repliegue defensivo o el desprecio hacia Europa. Este país no siguió el ritmo de transformación de la modernidad europea. Ni en la economía: revolución industrial. Ni en la evolución política, y del pensamiento: resistencia, como marca propia, y condena del liberalismo político, por efecto extintor del incienso en la sociedad civil.

FANTASMAGORÍA

El pesimismo lo practicaron significadas figuras ante la desaparición de lo que había sido un imperio o frente a un mundo en cambio. Ese estado colectivo de escepticismo sigue vivo en esta primera quincena de septiembre de 2019 para el 80% de los ciudadanos españoles. Según un sondeo de Metroscopia, que citaba estos días Enric Juliana en uno de sus originales análisis, esa mayoría absoluta de ciudadanos ve gris o negro el presente y el inmediato futuro. Los líderes de las principales fuerzas políticas sirven con entusiasmo platos de pesimismo colectivo. El pleno del Congreso de esta semana fue una exhibición. Nos falta saber si a este momento en España, incapaz de investir a un presidente, habría que aplicarle los adjetivos que Ortega y Gasset le dedicó en 'Política nueva y vieja' a la Restauración: "Un panorama de fantasmas y Cánovas el empresario de la fantasmagoría".

Los enredos para la negociación de la investidura de Pedro Sánchez como presidente se les han ido de las manos, tal como denunció esta semana Alberto Núñez Feijóo. Quien movía los hilos de las marionetas sufre ya el baile de San Vito y no sabe o no quiere parar. El verano ha sido en el hipotético objetivo de la construcción de mayorías, de suma de voluntades, un panorama de fantasmas. Una gran mentira. Sería oportuno saber quién es el empresario real de esta fantasmagoría. ¿Cómo se entienden, si hay algo que entender, las intervenciones de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o Albert Rivera en el Congreso esta semana? Ninguno de ellos se libra de la condición de 'empresario de la fantasmagoría'.

LA CALCULADORA DE CASADO

Añada usted a Pablo Casado con su 'suma' de Rosa Díaz. El líder del PP se hace un auténtico lío con la calculadora que alguien le ideó para construir —o destruir— mayorías naturales, que decía Fraga. El león de Vilalba, tras la experiencia de fracaso estrepitoso con los ‘siete magníficos’ y las heridas de los puñales de algunos democristianos de compañía, entendió que había que integrar, meter para dentro, y no sumar letras.

¿Cómo se entiende que todos estos líderes larguen discursos a favor de formar gobierno y estabilidad para en el mismo acto y en el mismo tiempo negarse a hacer real la investidura o incluso impedirla? El único coherente en este caso es el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, cuando manda el mensaje de una gran coalición PSOE-PP, al modo alemán, o cuando pide la abstención para que Sánchez sea investido. ¿No se pedía lo mismo al PSOE con Rajoy? Pero Casado está sumando con Rosa Díez. La escuela de Aguirre y Aznar, que daba lecciones de asignaturas que ni leían, está con la atención centrada en las puertas de los juzgados.

MENÚ OPTIMISTA

Las noticias para el optimismo llegaron esta semana del exterior. Trump despidió con descalificaciones de grueso calibre a John Bolton, el halcón temerario que tenía como asesor de Seguridad Nacional. Le gustaba la guerra. Ya había demostrado con Bush hijo que no le molestaba imaginar armas de destrucción masiva para justificar una guerra. Boris Johnson, otro botarate en la escena, recibió un par de advertencias ante sus irresponsables frivolidades en el Gobierno del Reino Unido.

Y Ursula von der Leyen, una mujer que desde el discurso de aspirante a presidir la Comisión Europea parece haber entendido los mensajes de este tiempo de crisis y cambio, sigue la ruta marcada, con una Italia retornada al seno de la Unión. Matteo Salvini, un demagogo totalitario que pretendía hacerse con el poder en Italia, recibió una lección de los grupos políticos y de la ciudadanía. La foto italiana la presentó Pablo Iglesias en el Congreso pero Pedro Sánchez no levantaba la vista.

En este contexto, sin necesidad de ensimismamientos sobre ‘el problema de España’, se entiende el pesimismo que confiesa un 80% de los ciudadanos españoles sobre el presente y la visión del futuro. Felipe González, el jarrón chino al que de cuando en cuando conviene mirar, advertía que esta sociedad no toleraría o no soportaría otra crisis.

Están abiertas muchas heridas de la gran depresión anterior. Sangra la profundización de la desigualdad. Pero mientras el Banco Central Europeo tomaba medidas frente a una recesión que se confirma que viene por Alemania, mientras el menú para el optimismo llegaba de fuera, aquí se exhibía en la tribuna del Congreso la incapacidad y la negación para investir presidente. Y una curiosidad sorprendente, algunos empresarios o sus hipotéticos representantes optan por ir a elecciones de nuevo en lugar de apostar y trabajar para formar gobierno ya. Un año perdido.

La gran irresponsabilidad de José Luis Rodríguez Zapatero y su equipo despreció el temporal que llegaba en 2008 e hizo más fuerte el efecto devastador al posponer las respuestas que exigía la situación. Aquellos carteles del Plan E solo sirvieron para mandar recursos a los sumideros y desperdiciar el tiempo. Es una lección que se olvida cuando los avisos y diagnósticos advierten ahora de desaceleración y riesgo de recesión. Mientras la clase dirigente pretende llevar a la ciudadanía de nuevo a las urnas y alimentarla con retóricas partidistas, Europa se aplica a atender la economía. ¡La cartera, estúpido!

El pesimismo actual podría traducirse en darle la espalda a quienes están entretenidos con sus objetivos/obsesiones personales. Lo dibujaba con un dato Carmen Riego : en 5 años, Felipe VI lleva siete rondas de consulta. En 34 años, Juan Carlos tuvo 10. Algo falla. No son los electores.

Atentamente.