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Barreiro en Modoñedo

Contagiado por los jóvenes poetas transmitía en su anual intervención ilusión de país

Señor director: 

En la entrada del invierno, cada año y desde hace bastantes, coincidíamos en Mondoñedo con Xosé Ramón Barreiro Fernández y su esposa Beatriz. Siempre es bueno un pretexto para acercarse y hacer parada en Mondoñedo. Nos citaba Juan Ramón Díaz, el periodista que se fue temprano y tiene pendiente un reconocimiento en este país. Algunos éramos fijos en esa cita con la poesía, que con entusiasmo y sabiduría logra que experimentemos Armando Requeixo al enumerar los merecimientos de los jóvenes valores que reconoce y anima el premio Díaz Jácome. Era lo que hasta allí nos llevaba.Captura

Mondoñedo es probablemente el mejor espacio de Galicia para abonar el espíritu poético. Ese espíritu avivó en el pasado el sentimiento de pertenencia. Será interesante mantener permanentemente activo ese fuego poético para asegurar la continuidad del aliento de país, para poder recurrir a él como un boca a boca cuando todo parezca que se ha ido. Es algo más que cuestión sentimental que existan certámenes como el Díaz Jácome para animar a los jóvenes poetas.

Desde que Juan Ramón Díaz emprendió el mismo viaje que esta semana realizó el profesor Barreiro Fernández, las intervenciones de este o las de Armando Requeixo mantuvieron siempre su presencia en aquellos encuentros que eran celebración de amistad.

Del salón municipal salíamos a las rúas de Mondoñedo, obligatoriamente hasta la plaza de la catedral, para, camino del Montero, detenerse un momento en el histórico cementerio que es un auténtico panteón de galegos ilustres. La sobremesa, si el clima lo permitía y la noche no se echaba encima, incluía un reposado paseo por el Barrio dos Muiños.

Entusiasmo de país


Le apunto esta memoria sentimental en tiempo pasado porque la pandemia nos privó el pasado año de la libertad del encuentro. Y, desde esta semana, ya son dos los que faltan: el profesor Barreiro y quien inició la convocatoria en memoria del periodista y poeta mindoniense Díaz Jácome, su padre, buen amigo de don Álvaro Cunqueiro.

Barreiro Fernández, cuando era presidente de la Real Academia Galega y después que lo dejó, siempre pronunciaba unas palabras que le pedían el entusiasta presentador del acto y profesoralmente Armando Requeixo. Más de una vez la intervención de Barreiro, después de escuchar a los jóvenes poetas recitar sus versos, daba salida a su potente oratoria para transmitir entusiasmo de país o para despertarnos a todos como propuso Eduardo Pondal a la nazón de Breogán. Algún político no entendió o no le interesaba entender lo que Barreiro decía. Y una de las últimas ocasiones, antes de que la pandemia nos inmovilizase a todos, Barreiro, que confesó públicamente su sincera devoción por Mondoñedo, sus días felices de trabajo en aquella ciudad y su recuerdo entrañable de Juan Ramón Díaz, anunció que era la última vez que intervenía en este acto anual. Era una despedida que ahora pudimos entender.

Miro hacia atrás y me sale medio siglo desde que conocí al profesor Barreiro Fernández. Me dio la mejor calificación que puede recibir un alumno y una dedicatoria en un ejemplar de la biografía de Murguía que al verle le aseguré que la guardaría para mis nietos. No sé yo si la calidad de la tinta resistirá, eso temí al leerla ahora cuando supe la noticia de la muerte de Barreiro Fernández.

Parece que un referente a presente y futuro merecería más en la primera hora de la despedida

Primer nivel y ausencias


Para el profesor Ramón Villares, autoridad en la historia y concepción de Galicia para el siglo XXI, Xosé Ramón Barreiro es un espejo en el que mirarse las generaciones presentes y futuras. Este elogio máximo, y que sé sincero mensaje, está en la necrológica que figura en el portal de la Real Academia Galega en internet, entidad que presidió Barreiro. El profesor Manuel García Iglesias escribía el pasado día 18 en El Correo, cuando las ediciones impresas recogían la noticia del fallecimiento de Barreiro, que fue "todo un referente de primer nivel en la cultura gallega". Citaba de su autoría o participación la cifra de 400 trabajos contabilizados en la USC. Traigo estos dos nombres por su vinculación profesoral con el desaparecido historiador y por una razón simple: fue todo lo que encontré, para mi sorpresa, en el repaso de medios con la noticia y con el aporte biográfico. Hago excepción, y subrayo, a Xosé Luís Méndez Ferrín en su semanal presencia en Faro. No he encontrado en los medios que he podido consultar -otra vez impericia mía, ojalá- otras firmas que cabría imaginar que le dedicasen una necrológica, como es casi norma en momentos así y con personalidades públicas. Este era hasta la actual pandemia un país que se caracterizaba por enterrar bien y darle al botafumeiro cuando pasas al obituario. Las referencias en Twitter me permitirá usted que no las contabilice. La hora de la despedida a un referente a presente y futuro en la cultura y el quehacer de país, según los dos profesores que citaba hace un momento, parece que merecería más. También desde la política, sin sectarismos ni obsesiones de etiquetas, que sinceramente pretenda construir Galicia.

Le confieso algo que ya conoce: soy un antiguo y ya a estas alturas de los años puedo decir (casi) siempre lo que siento. Puedo explicarle la parquedad de la Galicia oficial. Olvidan que fue el presidente Fraga el que le condecoró con la Medalla Castelao. Pero me faltan claves para lo que me parece falta de finezza en los timones o en las bodegas de esas instituciones a las que perteneció y a las que contribuyó a la hora, al menos, de publicar una esquela en los periódicos de Galicia. Los viejos que descubrimos en la infancia la importancia de las esquelas en el Abc de entonces, aun le damos significación a esos detalles. Muy mal deben andar los presupuestos -¿solo eso?- para que esas esquelas no destacasen en los periódicos del país.

Por si alguien no comparte o se molesta con esta opinión personal, anticipo ya que no todo retraimiento y silencio se justifica por los confinamientos que restringen hasta el límite las libertades. Ni esta discreción mediática ante la muerte de una figura de referencia en Galicia se explica por los futuros homenajes que sin duda le dedicarán, como atestiguan y anticipan esas mil y algunas páginas de A patria enteira en la hora de su jubilación como profesor. Pero, me concederá, señor director, que a la inversa de lo que decían los bancos, futuras rentabilidades -homenajes- no exculpan las que entiendo correspondían en esta hora y que las circunstancias pandémicas no limitan.

De usted, s.s.s.

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