OPERACIÓN Dragão. Un nombre en clave para la compra de un banco. Una vez cerrada este mismo año la adquisición de la filial portuguesa del Deutsche Bank (41 oficinas y 330 trabajadores en plantilla), los ejecutivos de Abanca comenzaron a intercambiarse otros papeles e informes, encabezados siempre con un sobrenombre para salvaguardar eventuales soplos sobre la pieza pretendida. La operación Dragão no escondía otro movimiento que la compra de la filial española de la primera entidad financiera portuguesa: Banco Caixa Geral. Unas 110 oficinas repartidas por España, más de 520 profesionales en esta ocasión y unos activos por importe de 5.200 millones de euros. Un banco rentable, con casi nula morosidad, cuyo propietario, el Estado luso, se veía obligado a vender por las millonarias ayudas concedidas por Bruselas a su maltrecha matriz.
Hasta cierto punto, entre el equipo de Juan Carlos Escotet había cierta seguridad en que la operación saldría adelante sin mayores contratiempos, más allá de los 364 millones que pagó en pública subasta, prácticamente el beneficio de Abanca el año pasado. Y es que enfrente estaba otro finalista, una entidad financiera muy atípica dentro del mercado español: Cajamar, la primera cooperativa de crédito patria, con 1,3 millones de socios y base en Almería.
Abanca lo había intentado el año pasado con la filial española de Deutsche Bank, que cuenta con 220 sucursales y cerca de 2.000 trabajadores, en lo que suponía hincar el diente a una pieza mucho mayor que lo que finalmente fue la compra de la filial alemana en Portugal. Por eso todo apuntaba a crecer con otras adquisiciones. Y Banco Caixa Geral era un caramelo.
Red de oficinas con una gran complementariedad, crecimiento "en mancha", es decir, en territorios límítrofes, apenas activos tóxicos y una sólida presencia en Portugal... Todo encajaba. Escotet, poco menos que un "outsider" para la banca española cuando en 2013 se hace con Novagalicia Banco, llama ahora a la puerta de los grandes. Y lo hace con sólidas credenciales: con las recientes operaciones, por patrimonio neto, Abanca supera a Bankinter y se coloca en la séptima posición del ránking español, mirando de tú a tú a Kutxabank. Por el lado del activo, que recoge inversión crediticia, participadas, cartera de negociación y depósitos en bancos centrales, Abanca logra alcanzar los 57.192 millones de euros con las nuevas compras. Salta de un plumazo dos puestos en el ránking y rebasa a Unicaja (56.843 millones) e Ibercaja (52.530 millones), para situarse como octavo banco español por volumen de activo.
Con la operación Dragão, Escotet no solo compra un banco. Adquiere un pedazo de historia financiera de Galicia. Banco Caixa Geral es el fruto de la fusión de tres entidades, Banco Simeón, Banco de Extremadura y Luso Español. Los dos primeros fueron privatizados por el Gobierno de Felipe González y entregados por el grupo público Argentaria a la Caixa Geral portuguesa. La sede de Banco Caixa Geral sigue estando, de hecho, en Vigo, en la calle Policarpo Sanz, que era el domicilio social del Siméon. Escotet también cierra hasta cierto punto un círculo. Fue a mediados de la década de los noventa cuando un intocable José Luis Méndez, director general de Caixa Galicia, lanzaba una oferta para comprar el Simeón ante la ofensiva portuguesa. Aquella operación contaba con el respaldo de Manuel Fraga desde la Xunta, e igualaba en importe lo que ofrecía Caixa Geral por el público Simeón. Méndez recibía un sonoro "no" por parte de Francisco Luzón, entonces presidente de Argentaria y del Banco Exterior. Y hasta hoy.
De aquellos años, y de forma residual, quedan todavía en Banco Caixa Geral accionistas minoritarios. Y tienen anclajes gallegos. La filial española pertenecía en un 99,8% a la portuguesa Caixa Geral de Depósitos. Por tanto, un pequeño porcentaje de su capital está en manos de accionistas minoritarios. El empresario Jacinto Rey, por ejemplo, y el magnate mexicano oriundo de Avión Olegario Vázquez Raña fueron consejeros en los noventa del extinto Banco Simeón, una de las piezas sobre las que se construyó Caixa Geral en España. Hasta ahora, una de las consejeras del banco era una ejecutiva vinculada al Grupo San José. Contar con un banco con un importantísimo colchón de dinero público, como era Novagalicia cuando Escotet llegó, realizar una política de grandes desinversiones industriales en momentos oportunos (R, Cupa, Itínere, CLH, Tecnocom...) y acertar con la gestión y el equipo son los mimbres que arman para Abanca la cesta del crecimiento. Ahora toca la digestión de las compras. Pero a buen seguro habrá más.
Ese bucle está conformado por una empresa que no se mueve, y por un Gobierno que asiste de oyente en las reuniones, sin aportar algo mínimamente parecido a una solución. Y los días pasan. Es tal la incertidumbre que rodea todo el nuevo marco energético que en Galicia ya comienza a armarse un grupo de grandes consumidores eléctricos para fijar posición ante el nuevo escenario, por los bandazos y mensajes que llegan desde Madrid. A una cita convocada por la Consellería de Economía acudieron esta semana empresas que representan nada menos que a 4.500 trabajadores. Un pellizco del PIB gallego.
Compañías de capital gallego como Megasa, Finsa o Intasa (Grupo Tojeiro) se suman al lobby, en el que están grupos nacionales con presencia en Galicia: Alcoa, Celsa Atlantic, Ence, Ferroatlántica o SGL Carbón. Todos ellos conforman el grupo de cabeza de las empresas electrointensivas, que a decir del Gobierno tendrán estatuto propio en la nueva Ley de Cambio Climático.