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La loca carrera de los fondos

El plan europeo busca transformar la economía, no financiar obras públicas pendientes
Prototipo de avión no tripulado en Rozas. EP
photo_camera Prototipo de avión no triuplado en Rozas. EP

COMO anuncia alegre Ana Patricia Botín, al asegurar que «España se va a salir del mapa este año» con un crecimiento del PIB de hasta el 8% o el 9%, pues ya tenemos la primera evidencia: los fondos europeos, cuyo grueso llegará en 2022 y 2023, apuntalarán la salida de la crisis generada por la pandemia, pero no la anticiparán. Eso se hizo a pelo, como quien dice, recurriendo a la deuda. Pero toca mirar hacia delante y si algo hay de bueno estos meses de vacunaciones masivas es que la luz al final del túnel ya no es tan tenue, de ahí el alborozo de la presidenta del Banco Santander.

Quien mejor pone en valor la importancia de los fondos europeos es otra mujer, esta vez a través del análisis comparado. Ana José Varela, una lucense en la OCDE, echa la vista atrás y asegura que España, desde su entrada en la UE, en 1986, ha recibido 250.000 millones de euros en fondos europeos, lo que coloca en su dimensión real los 140.000 millones que en unos años podremos captar en lo que se entiende como los Next Generation.

Aprobado el plan español por parte de la UE, y convocada una conferencia de presidentes por Pedro Sánchez, comienza ahora la que ya es una loca carrera por los fondos, con tantas incógnitas como ceros tienen las multimillonarias ayudas. La candidatura gallega parece sólida, pero con algunas lagunas no del todo bien explicadas. Por ejemplo, se incorporan muchos proyectos relacionados con obras públicas, que en muchos casos ya estaban proyectadas. ¿Tiene todo eso algo que ver con un futuro más verde, más digital y más sostenible, como pautan las directrices de la UE a la hora de asignar los dineros? La Xunta sitúa al Polo de Rozas, la construcción del Hospital de A Coruña o la ampliación del Montecelo en el top 5 de proyectos públicos de mayor tamaño en su candidatura a los fondos Next Generation. La apuesta por los drones tiene todo el sentido, representa abrir espacio a un nuevo sector, el aeroespacial, que supone toda una palanca de cambio, que es a lo que aspiran los fondos europeos. Pero a lo de las infraestructuras hospitalarias no se le ve encaje se mire por donde se mire. Sucede algo parecido con la llegada del tren a Punta Langosteira, el millonario puerto exterior coruñés, que está en los planes de lo que antes era el ministerio de Fomento. José Luis Ábalos lo mete en el saco de los fondos de recuperación, ya que el proyecto no está ni licitado. El plan europeo busca transformar la economía, no recuperar actividades previas al Covid-19 guardadas en el cajón de los proyectos siempre pendientes. Inversiones públicas, no gasto en obras públicas. Esa es la filosofía de los fondos que no acabamos de entender. Ni en Madrid ni en Galicia.

Pero, claro, tenemos el juego revuelto ante nosotros y hay que ir con todo. O eso parece con las manifestaciones de interés expuestas hasta ahora. Entre tanta incógnita, alguna certeza: si la presión de las autonomías no lo cambia, la asignación de recursos no será territorializada, y eso crea inquietud en San Caetano. Si embargo, con las dosis de transparencia debidas, un proceso de concurrencia competititiva entre proyectos presentados por grandes empresas gallegas podría ser de largo la mejor manera de captar recursos. En Galicia tenemos líderes europeos en sectores como el textil, la madera o la conserva, que además suelen tener interlocución directa con Bruselas. Esa es la baza, a falta de conocer algunos nombres propios pendientes. Los criterios de asignación todavía no se conocen, pero la apuesta pasa por apoyar proyectos, no territorios. Galicia debe convertir esa incertidumbre en oportunidad. Y hacerlo con sus empresas.

Y también hay que comenzar a poner cosas en su sitio. ¿Por qué hay hasta una decena de plantas de hidrógeno proyectadas en Galicia al calor de los fondos? Porque para ser hidrógeno verde, la electricidad necesaria para la electrolisis que genera el combustible debe tener origen renovable. Megavatios eólicos primero, luego el hidrógeno, que todavía no tiene una viabilidad clara. En esto hay hasta picaresca.

Y otra pregunta sigue ahí: ¿qué le podemos contar a un autónomo o a una pyme para convencerlos de que también se podrán beneficiar de los fondos europeos? A los transportistas de As Pontes, por ejempo. Pues que si todo sale bien, en un futuro no muy lejano en vez de cargar carbón transportarán madera y biomasa con destino a una nueva fábrica de fibras textiles.

REYES MAROTO | Las explicaciones pendientes de la titular de Industria 

LO mejor que puede hacer la ministra de Industria es contar todo lo que sabe sobre la venta de Aluminio Español. Solo así podrá defender su posición Reyes Maroto ante la espantada de la SEPI, supuesto eje de ese triángulo que se dibujó inicialmente entre comprador y vendedor. De acuerdo en que lo que tiene que hacer Alcoa es vender e irse, pero con salvaguardas para no repetir fiascos pasados y garantías para los trabajadores. Podríamos pensar que Alcoa se queda sola ante seis compradores. Pero son muchos, demasiados, los ojos que están encima como para que la multinacional logre guiarse exclusivamente por sus intereses. De ahí la importancia de la SEPI en todo esto. Maroto tiene que contarlo.

ÁLVARO DORADO | ¿Y si Alcoa se está quedando fuera de juego en la venta?

Alcoa se ha hecho la sorprendida cuando un abogado del Estado le ha dicho que nada de nada, que la SEPI no entra en la operación de compra. Hace semanas que la posición de Raül Blanco, el secretario general de Industria, iba por ahí. Como para que Álvaro Dorado se sorprenda. Pese a las seis ofertas y la aparente lejanía del Gobierno, ¿se estará quedando sola Alcoa en todo esto? ¿Estará ya encarrilada la venta con uno de los pretendientes? Alcoa no dice ni esta boca es mía en estos momentos. ¿Y si ya se ha activado un plan B que pasa por Aludium, el único de los grupos con Sidenor que tiene presencia en España? Aludium, viejo conocido, es quien mejor conoce Alcoa: le compró dos plantas en España.

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