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Una crisis de dos años

Todo indica que llegamos al ecuador de un túnel del que saldremos en la primavera de 2022
Terraza en Compostela. LAVANDEIRA JR.
photo_camera Terraza en Compostela. LAVANDEIRA JR.

EL ANIVERSARIO de la declaración del primer estado de alarma decretado por el Gobierno es también el singular ecuador de una crisis económica que, como un largo túnel, permitirá ver de forma nítida la luz de su salida en la primavera de 2022. Habrán sido, por tanto, dos años de crisis lo que nos deja el covid-19. Ese es el horizonte más realista que barajan tanto empresarios como financieros, más allá de las previsiones que trazan los economistas, abonados al corto plazo que marca la incertidumbre y el ritmo de vacunación. Esa primavera de 2022 llegará en todos los sentidos, cuando la solidez de la recuperación permita olvidar la pandemia, no sus cicatrices.

Ha sido tal el impacto del covid-19, y tan próximas y visibles sus consecuencias, que el balance de la evolución de la economía gallega durante 2020 ha pasado prácticamente desapercibido. Por muchos intentos y aproximaciones (índices de Progreso Social de la UE o de Desarrollo Social de Naciones Unidas) no hay actualmente indicador más aceptado que el PIB, que mide la riqueza (bienes y servicios) generada en un territorio. Pues bien, en el año del covid-19, el PIB gallego retrocedió un 8,9%, pero lo realmente interesante es desmenuzar sus componentes, su arquitectura, en esta crisis tan asimétrica y en la que casi nada resulta lo que parece.

Fue la construcción el sector más golpeado en Galicia en 2020, con un retroceso del 12,6%; seguida de la industria, que cayó un 8,6%, ligeramente por encima de los servicios, que apuntaron un desplome del 8,1%. El año de la pandemia el sector refugio fue sin duda la agricultura y la pesca, con un descenso del 3,3%. Completan el cuadro, por el lado de la demanda, la inversión de las empresas, que retrocedió un 13,2%, según el Instituto Galego de Estatística (Ige). Y el gasto en consumo final de las familias gallegas, que se dejó un 7,4%.

Este es el panorama. La foto fija de 2020. Sobre ese tablero se traza una recuperación que dictará el ritmo de vacunación, lo que da idea de la fragilidad del rebote, que lo habrá, y la incertidumbre que rodea cualquier pronóstico para este año. La vacuna será la política económica más eficaz en 2021. Palabra de Ana Botín. Sobre este alambre, el Foro Económico de Galicia se atreve y, como en las encuestas con horquillas muy amplias, traza dos escenarios. De un lado, restricciones leves o moderadas durante la primera mitad del año y poco relevantes durante el segundo semestre permitirán un crecimiento del PIB del 8,8%. Por otro, si esas restricciones son altas en los primeros seis meses, como sucede ahora mismo, y se mantienen parcialmente durante el verano el avance será casi de la mitad, el 4,8%.

A la vista de todo esto, la salida a esta crisis de dos años pende de un hilo. Y de unos tiempos de reacción que no encajan. Alimenta todo esto esa tesis que indica que, para empresas y trabajadores, lo peor está todavía por llegar. El mantenimiento de los Erte como dique de contención a miles de despidos y la prórroga hasta diciembre de la obligación legal de presentar concursos de acreedores arman un relato de doble filo, que por un lado sostiene compañías y empleados, pero por otro alarga una agonía a situaciones irreversibles. Una gran patada hacia delante, en síntesis. En todo esto tiene mucho que ver esa doctrina que invitaba durante el año pasado a las empresas a pedir financiación del Ico, como tabla de salvación, cuando lo que hacía realmente a agravar más su apalancamiento en una espiral que en muchos casos se vuelve ingobernable. Ahora la anestesia es para aquellos incapaces de hacer frente a sus acreedores, para que no suspendan pagos, con una prórroga hasta final de año. ¿Qué pasará en enero de 2022?

El confinamiento fue, en cierto sentido, un coma inducido para la economía, que ahora se encuentra todavía sedada en la sala de reanimación sin tener muy claro cuándo abandonará el hospital. Las medias aprobadas por el Gobierno llegan tarde, y lo hacen después de que el grito de auxilio sea unánime. El Gobierno pondrá en marcha los 7.000 millones de ayudas directas a finales de mayo. Sobre el papel, se podrán beneficiar las empresas que acrediten un descenso de la facturación del 30%, estarán obligadas a mantener su actividad hasta el 30 de junio de 2022 y no podrán repartir dividendos. Un salvavidas que, técnicamente, se lo puede poner la gran mayoría de empresas de este país.

Pablo Isla ►Las recetas que ofrece el jefe de Inditex

A grandes rasgos, durante el año del covid Inditex vio caer sus ingresos un 28% y sus beneficio casi un 70%. Pablo Isla, su presidente, está especialmente orgulloso de la evolución del grupo. Y es que la pandemia, con el desvelo que ha generado en Arteixo, también ha contribuido a apuntalar una transformación que ya venía realizando Inditex. Un dato: en 2020 las ventas online crecieron un 77%. La preocupación de Isla está ahora «en las cosas que tenemos que hacer dentro », sin mirar tanto a los fondos europeos. "Tenemos que hablar de las transformaciones que España necesita para mejorar su competitividad y ser una economía del siglo XXI". Más que una receta, el suyo es un llamamiento.

Juan Carlos Escotet ►Los deberes que pone el dueño de Abanca

NO bastan los recursos financieros. Lo dice un banquero. Juan Carlos Escotet ha aprovechado un acto sobre los fondos de reconstrucción europeos para armar relato propio y apelar a no caer en la crispación y la polarización social y política. Ni un minuto que perder en lo que el presidente de Abanca entiende como "debates corrosivos" en un momento en el que "el pesimismo empaña la visión de los próximos tiempos". El venezolano pidió también, en cierta medida, un cambio de mentalidad ante lo que viene. Como financiero que es, Juan Carlos Escotet es de los que piensa que no es tiempo solo de proteger, sino de visualizar los próximos años. A su juicio, todo es "imprescindible" y "urgente".

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