Cabaceiras: el hórreo de los pobres

En A Ulloa no solo se conservan ejemplos de los primeros hórreos construidos por los hombres a partir de materiales vegetales, sino que hay artesanos que mantienen viva la técnica

José Vázquez, con una cabeceira. EP
photo_camera José Vázquez, con una cabaceira. EP

A Ulloa es la comarca gallega en donde se concentra un mayor número de cabeceiras, un tipo de hórreo de forma normalmente circular y construido a partir de materiales vegetales, cuyo origen se pierde en la prehistoria cuando algunas civilizaciones comenzaron a practicar una agricultura recolectora y se les planteó la necesidad de almacenar y mantener a salvo los excedentes de la cosecha.

"É por iso que se poden atopar estruturas semellantes en moitas partes do mundo", explica la etnógrafa Cristina Varela Cadahía, quien señala que en Galicia este tipo de hórreos "existiron en toda a comunidade, aínda que con diferentes formas e nomes".

Según narra esta experta en un artículo publicado en el número 1 del boletín Cairón, editado por el Instituto de Estudos Ulloáns en marzo de 2017, "a extinción masiva" de este tipo de construcciones se produce "a finais dos anos 70, cando comeza o declive demográfico do rural galego". Argumenta, sin embargo, que la "marcada tradición da agricultura minifundista moi enfocada cara ao autoconsumo" fue una de las razones principales por las que las cabeceiras continuaron siendo utilizadas en el centro de Galicia, favoreciendo su conservación no solo en A Ulloa sino también en municipios limítrofes.

A este hecho contribuyó también la presencia de varios artesanos ulloanos que aprendieron la técnica de construcción de niños y que hoy siguen manteniendo viva la tradición, como es el caso de José López Ferro o José Vázquez Méndez, entre otros.

"De ser considerado o hórreo dos pobres, as cabeceiras son apreciadas hoxe como elemento de ornamentación en moitas fincas", explica López Ferro, quien aprendió la técnica de construcción de la mano de su abuelo. "As cabeceiras facíanas as familias que non tiñan posibles para facer un hórreo de pedra, pero aínda así eran mellores para conservar o millo tardío", afirma este hombre, que reside en la parroquia palense de San Mamede do Carballal.

Como suele ser habitual cuando se habla de tradiciones transmitidas de padres a hijos de forma eminentemente práctica, cada constructor tiene su propia técnica, por lo que casi se puede decir que hay tantos tipos de cabeceiras como artesanos que las construyen. "O que é necesario é saber de cestería, aínda que para min é máis difícil facer un cesto que unha cabeceira", reconoce Ferro.

"Na actualidade é máis complicado atopar os materiais necesarios que a técnica de construción"

La estructura de todas las cabeceiras se rige, sin embargo, por una serie de partes comunes, mientras que los materiales utilizados son las especies vegetales que más abundan en la zona.

José Vázquez Méndez, de Tarrío de Novelúa en Monterroso, explica que aprendió a hacer cabeceiras "axudando e vendo como as facía o meu pai nos anos da postguerra, porque eran o xeito máis barato para que unha familia puidese ter un hórreo".

La técnica constructiva parte de una base, llamada mesa, que se hace a partir de una estructura cuadrada de madera, normalmente de castaño, "porque é a que máis aguanta", explica López Ferro.

De las medidas de esta base dependerá las dimensiones finales de la cabeceira que, en algunos casos, puede llegar a los casi cuatro metros de altura.

Los estadullos, que pueden ser de roble o castaño, parten en vertical desde la base y sirven como guías para ir tejiendo las varas de avellano, sauce, abedul o mimbre que van conformando la estructura de la cámara.

Uno de los aspectos más delicados es la estructura del techo, normalmente construido en base a "ramas de xesta" y que tiene la dificultad de contar con una parte fija y otra móvil que, a modo de trampilla, será la que permitirá introducir el maíz en el interior de la estructura.

"As cabeceiras son moi prezadas hoxe como elemento ornamental en fincas"

"Todo ese material é necesario preparalo ben antes", explica Vázquez Méndez, quien añade que, por ejemplo, "no caso de utilizar xesta verde as ramas ao secar minguan, polo que o teito quedaría mal".

Los denominados ventos son otros refuerzos que se utilizan para que el viento no logre derribar la estructura, que también estará dotada de una pequeña puerta que es por la que se extrae el cereal.

"Hoxe en día máis que a dificultade de construír unha cabeceira está a dificultade de atopar os materiais necesarios para facela, porque co abandono do rural moitas especies deixaron de plantarse e agora é difícil atopar ramas", explica José Vázquez, quien también realiza miniaturas de cabeceiras, que hace un tiempo vendía en ferias de artesanía.

En todo caso, la labor de estos artesanos no solo es destacable por conseguir que las cabeceiras continúen formando parte del paisaje de A Ulloa, sino también por su compromiso de continuar transmitiendo sus conocimientos a las nuevas generaciones.

"En todo caso, é necesario dotar as cabeceiras dunha maior protección dada a súa singularidade e importancia como patrimonio etnolóxico", reclama Cristina Vázquez.

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