Muere Javier Rodríguez Pampín, exalcalde de Melide y exjugador del Lugo

El hombre, de 79 años, falleció a causa del cáncer
Flores en un cementerio. PIXABAY
photo_camera Flores en un cementerio. PIXABAY

El exalcalde de Melide y exjugador del Club Deportivo Lugo, Javier Rodríguez Pampín, murió este lunes, 1 de agosto, por culpa de un cáncer cruel que le arrebató la vida a los 79 años.

A principios de la década de los sesenta, cuando tenía en torno a los 20 años, Javier sintió la llamada del fútbol, llegando a militar en la plantilla del Club Deportivo Lugo, donde gozó del aplauso unánime de la afición lucense. Pero, muy pronto tuvo que cambiar ese destino por la tarea de llevar adelante, junto con su hermano Antonio, el negocio familiar de ultramarinos.

En diciembre de 1967 —concretamente los días 28, 29 y 30— acudió nuevamente a Lugo, pero esta vez para asistir a un Cursillo de Cristiandad, en el que también yo participé. En ese momento nació entre nosotros una amistad que nunca se quebró. Duró, dura y durará. En la vida y en la muerte. Aquí y en el Más Allá.

Fue alcalde de Melide durante once años (de 1976 a 1987) bajo las siglas de la UCD y del PDP, así como del impulso del dirigente centrista en la provincia de A Coruña, José Luis Meilán Gil, catedrático de Derecho administrativo, diputado en el Congreso y, posteriormente, rector de la Universidad de A Coruña.

Debo subrayar que Javier fue un gran alcalde. No solo no cobró nada del Concello, sino que le ahorró dinero a costa de sufragar algunos gastos oficiales con dinero de su bolsillo. Recuerdo, con emoción, algunas conversaciones con él sobre esta materia: cuando alguna autoridad provincial —por ejemplo, el presidente de la Diputación— acudía a Melide en visita oficial, Javier no iba a comer o a cenar con él a un restaurante a costa del Ayuntamiento. Le pedía a su mujer (Lolita, una extraordinaria mujer y una magnífica maestra, fallecida también, a los 75 años, hace tan sólo unos meses) que cocinara en su domicilio, al que invitaba a la autoridad correspondiente.

Creo oportuno recordar aquí el pasaje del Apocalipsis de San Juan (14, 13), en el que se asegura que serán "bienaventurados los que mueren en el Señor (...), descansarán de sus trabajos y sus obras los acompañarán". Javier, como muy buen cristiano que era, murió en el Señor. Ahora descansa de lo mucho y bien que trabajó. Y sus obras, impecables, sin duda alguna lo acompañarán. Su familia —hijos, yernos, nuera, nietos y hermanos— sus muchos amigos y los melidenses pueden sentirse felices y orgullosos de haber tenido a un padre, un suegro, un abuelo, un hermano, un amigo, un vecino y un alcalde tan honrado, tan trabajador, tan serio, tan generoso y tan buena persona.

Ahora... amigo Javier, junto con tu querida Lolita, ya puedes ¡descansar en paz!