Cerca de 20.000 personas acuden a la Feira de Santos de Monterroso

Castañas, nueces, productos porcinos, queso y miel fueron los artículos más demandados

Álvaro y Mario, dos amigos llegados de las localidades coruñesas de Cedeira y As Pontes, dejaban este martes la Feira de Santos de Monterroso visiblemente satisfechos, después de disfrutar de una agradable mañana junto a sus familias. De regreso al coche que los debía llevar de vuelta a sus lugares de origen, entre ambos cargaban un cesto —comprado en la propia feria— lleno de nueces, castañas, productos cárnicos, calzado y, sobre todo, buen humor. "Levamos de todo", decían al unísono, a la vez que explicaban que este año era el primero que acudían a la feria tras la pandemia, "aínda que antes xa levábamos moito tempo vindo".

Entre todo lo adquirido destacaban las castañas "a dous euros e medio o quilo". Pero, desde luego, no fueron los únicos que este martes regresaron a sus domicilio con esa sensación de haber cerrado buenos acuerdos. Esos mismos tratos que, cada 1 de noviembre, se vienen cerrando en la localidad desde hace más de 800 años —el primer escrito alusivo a esta feria data del año 1219— y que hacen de este mercado el más antiguo y uno de los más emblemáticos de Galicia, sin más truco que una oferta de calidad basada en productos de otoño y de cercanía.

Y así, bajo esta aparentemente sencilla receta, no es de extrañar que la Feira de Santos volviese este martes a convertirse en todo un éxito, para acabar congregando a decenas de miles de personas que llenaron tanto el recinto de A Cúpula como las calles adyacentes para contemplar la variada oferta comercial "dos preto de mil postos", según la alcaldesa, Rocío Seijas, que se dieron cita en esta edición.

Largas colas

En un municipio que apenas supera los 3.500 habitantes, el Concello estima que habrían acudido a la Feira de Santos, cerca de 20.000 personas. Estas cifras provocaron que en algunos momentos del día se crearan largas colas de vehículos y retenciones para acceder a la localidad.

Epicentro de la feria

 A Cúpula volvió a ser, como ya viene sucediendo desde hace años, el epicentro de la feria. En su interior se instalan puestos de pequeños productores que conforman una variada oferta de artículos gastronómicos, como pan, derivados del cerdo, repostería, quesos, miel, nueces o castañas. Entre los que este martes acudieron a la cita, el puesto de rosquillas caseras de Josefa Blanco era uno de los más visitados. Esta artesana pastelera procedente de Valga (Pontevedra) recordaba que lleva acudiendo a la Feira de Santos "dende fai máis de trinta anos". Una veteranía que le daba derecho a afirmar que la de este martes era "un dos días que máis xente recordo. E é que despois do parón do covid a xente parece que volveu con moitas ganas", explicaba satisfecha por el buen ritmo de las ventas.

Aunque la edición del pasado año ya se había celebrado casi con total normalidad después del parón por la pandemia, este martes la sensación era aún mayor, "ya que ahora no es necesario ni usar las mascarillas", reconocía Antonio. El hombre paseaba junto a su mujer, Alicia, entre los puestos del recinto ferial en torno a las doce y media del mediodía, uno de los momentos de mayor abarrote de público, y reconocía que con relación a otros años veían el mercado "de lo más animado".

El matrimonio, natural de Monterroso pero residente desde hace varias décadas en el País Vasco, intenta volver a la localidad "una o dos veces cada año", haciendo que alguna de ellas coincida siempre con la celebración de la feria. "No buscamos ningún producto en particular, pero nos gusta mirar, ver el ambiente y, al final, siempre acabamos comprando sobre todo fruta, castañas, nueces, ajos o lo que surja", aseguraba este martes el matrimonio.

A esa misma hora también crecía la actividad de las pulpeiras que, en varios casos, servían sus raciones en improvisados restaurantes habilitados en bajos de edificios aún en construcción. Las hermanas Natalia y Ana, de Pulpería Loureiro de Pontecesures, se afanaban en cortar el cefalópodo suficiente para abastecer todas las comandas del momento. Sin perder el sentido del humor, evitaban dar el dato exacto del pulpo que habían llevado a la feria: "Trajimos mil toneladas, ya llevamos cortadas mil quinientas y nos harían falta dos mil toneladas más", decía una de ellas para explicar que al final de la jornada probablemente se quedarían sin existencias, dado el alto número de comensales.

Ya más en serio, Natalia explicaba poco después que la presencia de su pulpería en Monterroso "es una tradición familiar, ya venían nuestros padres y ahora seguimos nosotras" y reconocía que aunque suelen acudir a otras muchas más ferias de toda Galicia, País Vasco, Asturias o Salamanca, "esta de Santos es sin duda una de las mejores de todas".

Pero si todos estos testimonios no hacen sino certificar el motivo por el que la de Monterroso está considerada la feria de las ferias, en una cita con tanta tradición como esta tampoco se pueden obviar otros dichos no menos populares como aquel que dice que ‘cada un conta a feira según lle vai nela’.

Francisco Pardo, un productor de miel y nueces de Ribeira de Piquín, que lleva casi dos décadas acudiendo a este mercado, tenía la impresión de que aunque este martes había "bastante xente, non hai toda a que había antes dos anos da pandemia". En cuanto a las ventas, explicaba que el público "mira moito pero non compra tanto", aunque se mostraba esperanzado en que la situación mejorase a medida que avanzase la jornada.

Mercado ganadero

Esa sensación de no haber recuperado todavía la actividad de los años de la prepandemia era también la de algunas de las personas que acudieron al mercado ganadero. No obstante otros destacaron el "animado ambiente" y la importante afluencia de ganado vacuno, porcino y caballar. Además, la cita volvió a reunir a tratantes y ganaderos procedentes de todos los rincones de Galicia.

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