José Gallego González esquivó al covid en la residencia de O Incio a sus 102 años

Su hijo lo achaca a una "genética envidiable"
José Gallego González. ARCHIVO
photo_camera José Gallego González. ARCHIVO

Incluso en las situaciones más complicadas hay espacio para la esperanza. En el caso de la residencia de O Incio, donde hubo un contagio masivo de covid-19 que este jueves al fin se dio por superado al curarse la totalidad de los afectados, ese espacio se ejemplifica en la persona de José Gallego González que, a sus 102 años, logró esquivar un virus que afectó a 89 compañeros suyos y se llevó 21 vidas.

De carácter "optimista por naturaleza", Pepe dio negativo en todas y cada una de las pruebas que le practicaron desde que saltó el brote en la residencia a mediados del mes de agosto, formando parte del reducido grupo de unos 30 internos que se mantuvieron libres de la enfermedad.

Para su hijo, Antonio Gallego, se debe en parte a una cuestión "de suerte", pero también a una genética envidiable que le hace gozar de buena salud y le ha convertido no solo en el residente de más edad de este geriátrico sino también en el abuelo de todo el municipio de O Incio.

Nacido en la parroquia de San Xoán de Sirgueiros en 1918, José Gallego era todavía un bebé cuando marchó con su familia para Argentina, donde permaneció alrededor de ocho años. De regreso a su municipio natal, dedicó la mayor parte de su vida a ser zapatero, recorriendo las ferias de la zona.

La Guerra Civil llevó a Pepe O Zapateiro por Extremadura, Toledo o Aranda de Duero, viviendo también la batalla del Ebro. En una contienda recibió un morterazo que le afectó al oído izquierdo y que, pese a ser tratado en el hospital militar en A Coruña, le dejaría una pérdida de audición para el resto de su vida.

Finalizada la guerra, tuvo que cumplir todavía seis meses más de servicio militar por haber pedido un cambio de destino para rehuir a un general.

Fue uno de los internos que no dudó en apuntarse a la elaboración de murales con el lema ‘Todo vai saír ben’

"Non tivo unha vida fácil. Sempre traballou moitísimo", recuerda su hijo, fruto de su enlace con Felisa Marzabal, vecina del mismo concello. El matrimonio se instaló en la residencia de O Incio en el año 2003 y, tras el fallecimiento de la mujer, Pepe continuó viviendo en el centro. Allí ocupa uno de los apartamentos destinados a personas independientes, donde dedica su tiempo a ver la televisión y leer el periódico.

Persona muy activa, a José Gallego siempre le gustó participar en todos los actos de la residencia y, por ello, durante el confinamiento, fue uno de los internos que no dudó en apuntarse a la elaboración de murales con el lema ‘Todo vai saír ben’, símbolo de la lucha contra la pandemia.

El cuidado de la huerta y del jardín fueron otras de sus grandes aficiones, que cultivó sin descanso hasta hace solo unos meses en los que bajó un poco el ritmo.

Durante el brote de coronavirus en la residencia, su compañero de apartamento dio positivo, aunque fue asintomático, y tuvo que cambiar de piso. Pese a ello el centenario permaneció en todo momento libre del contagio y se mantuvo "tranquilo" y "animado", según señalan desde el centro y según pudo comprobar su hijo.

Y es que, en todo este tiempo, Antonio Gallego no dejó de acudir a ver su padre, utilizando para ello una fórmula que minimiza cualquier riesgo de contagio. Unas dos veces a la semana, Antonio se desplaza al exterior de la residencia y aguarda a que su padre se asome al balcón para poder intercambiar unas breves palabras que aportan tranquilidad a ambos.

"Hoxe mesmo (por este jueves) fun velo pola mañá. Saíu ao balcón e charlamos un anaquiño. Dixo que estaban ben e que non necesitaba nada», explica su hijo, quien trabajó durante cuatro décadas en el Ayuntamiento de O Incio.

Durante estos dos últimos meses, Antonio recibió mensajes del geriátrico informando "cada día" sobre el estado de su padre y ayer ya le comunicaron "que todos os residentes son negativos e están curados", quedando ahora a la expectativa de cuándo se podrán recuperar las visitas.

Junto con Pepe O Zapateiro, la residencia cuenta entre sus internos con dos mujeres que este mismo año entraron en el grupo de centenarios. Se trata de dos vecinas de O Incio y O Courel que, en ambos casos, sí sufrieron el contagio por coronavirus y tuvieron sintomatología, logrando finalmente superar la enfermedad para satisfacción de todo el centro.

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