Digestiva y refrescante

El museo de la panadería Pallares de Sarria expone botellas de gaseosas de toda Galicia

2018110618001266858
photo_camera 2018110618001267000

UNA BEBIDA «deliciosa», «digestiva» o «refrescante». Son algunos de los adjetivos con los que se publicitaba a mediados del pasado siglo la gaseosa, cuya producción dio lugar a un gran número de fábricas en la provincia de Lugo y el resto de Galicia. Parte de aquella actividad está recogida en una selección de botellas que se puede ver en el museo de la panadería Pallares de Sarria, fruto de la colección particular de su propietaria, Pilar García, intercambios con otros aficionados y donaciones.

Algunas de las sesenta botellas que se muestran evocan la producción de Casba de Mondoñedo, Pum de Monforte de Lemos, Fontalde de A Pobra de San Xiao, La Victoria de Lugo, Fluxento de San Clodio, Rañón de Ribadeo, Ribeirao de Melide o Triacastel, de Triacastela, que se presentaba ante el consumidor como una gaseosa «en el Camino de Santiago», la cual, además de ser refrescante y digestiva, hacía gala en su envase de una «elaboración esmerada».

En la exposición del museo de Pallares ocupan un lugar destacado las botellas de gaseosa de Sarria, donde funcionaron cuatro fábricas, según datos del investigador Xaime Félix López Arias. Si la producción de esta bebida eclosionó en Galicia a finales del siglo XIX, poco tardó el municipio sarriano en subirse al carro del agua carbonatada. Así, en 1899 comenzó a operar Valentín Ceballos, en la Casa Carreira, situada en la calle Matías López, explica el experto en la historia local, quien recuerda que en la actual Marqués de Ugena estuvo en marcha la fábrica de Matías Vázquez, "Moreno", la cual presumía de utilizar «agua de Fonte Ribeira».

Cuatro fábricas de gaseosas funcionaron  en el municipio de Sarria, la primera de ellas creada a finales del siglo XIX

La muestra sobre el mundo de la gaseosa cuenta con envases de las otras dos fábricas que hubo en la localidad: La Flor de Sarria, representada por una joven junto a un hórreo y una montaña, y gaseosas La Sarriana, cuya imagen era la torre de la Fortaleza y en la que se podía leer «sola o con vino es deliciosa». Esta última perteneció a Fermín Somoza, luego a Julio López y por último a Manuel Losada, mientras que al frente de La Flor de Sarria estaba Jaime López, quien cogió el testigo de aquel «José das gaseosas» de la Rúa Formigueiros.

Tanto Pilar García como su marido, Javier Fernández, comentan que «en case todos os pobos había unha fábrica de gasosa», un sector para el cual representó toda una revolución la implantación del cierre hermético que permitía mantener el gas. Como curiosidad, señalan que los envases eran tan cotizados por su importante coste que la publicidad inicial que llevaban en papel acabó por ser serigrafiada para evitar que se despegara al ser lavada y, en consecuencia, frenar la picaresca de apropiación de botellas ajenas.

Con esta exposición, la centenaria panadería Pallares, donde funciona un museo desde el año 2012 ampliado en 2015 con la recreación de una antigua tienda de ultramarinos, quiere rendir un pequeño homenaje a aquellas fábricas de gaseosa, desaparecidas al cambiar los hábitos de consumo e implantarse las grandes marcas, que representaron para muchos «o refresco que había na época».

Comentarios