Nadie se salvó de la furia del Oso

Salcedo acogió una muestra etnográfica única, solo comparable a la que hay en Chantada, el Entroido Ribeirao: dos BIC inmateriales para optar a patrimonio mundial
El Oso y uno de sus criados, en plena acción en A Pobra do Brollón. CARLOS CASTRO (EUROPA PRESS)
photo_camera El Oso y alguno de sus criados, en plena acción.

Cada año por el Lunes de Entroido nadie se salva de la furia del Oso, el emblemático protagonista de los carnavales de Salcedo, una pequeña localidad de A Pobra do Brollón que junto a Chantada mantienen viva una manifestación etnográfica de primer orden. Ambas manifestaciones son bien de interés cultural en la categoría de inmaterial como apoyatura a que la Ribeira Sacra reciba el título de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Puntual a su cita, el Oso, acompañado en esta ocasión por un nutrido grupo de criados, dieciséis, recorrió las calles del pueblo para teñir de negro a todo aquel que se interpusiese en su camino.

Quienes intentan frenarlo acaban por los suelos, en muchas ocasiones sin ropa y completamente embadurnados por una mezcla a base de barro, ceniza y agua cocinada para la ocasión.

Como marca la tradición, la salida se produjo a media tarde, después de que Os Cegos realizasen un recorrido por la aldea para contar viejas aventuras del Oso y cantar una serie de coplas marcadas por la sátira y la ironía.

El numeroso público, sobre todo el más joven, comenzó a correr o refugiarse en los bares o en las casas. Los criados, siempre sin contemplaciones, no dudaron en ningún momento en bloquear el camino de muchos de ellos y, señalados por el Oso, sufrir su furia en esta tradicional celebración a pesar de la resistencia mostrada.

El buen tiempo acompañó y el Oso de Salcedo reunió a cerca de 3.000 personas alrededor de una fiesta que recibe cada año a numerosos visitantes de diferentes puntos de Galicia y del resto de España.

Visto lo sucedido este lunes en esta pequeña localidad de A Pobra do Brollón, el que no se lo pasa bien es porque no quiere o le tiene miedo al Oso, por lo que es mejor que no acuda a un festejo que tiene fuerte vínculo con la naturaleza, ya que el animal abandona su cueva para anunciar la llegada de la primavera.

Además, la fiesta entronca con otras tradiciones similares que se desarrollan en países como Francia o Alemania y en las que el oso también es un destacado protagonista.

En este sentido, el etnólogo francés Jean-Dominique Lejoux incluyó hace un par de años este festejo en la segunda edición de su libro L"homme et l"ours (El hombre y el oso), un estudio sobre algunas de las mascaradas que tienen lugar en diferentes lugares del mundo.

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