La progresiva restauración de las iglesias románicas que salpican la Ribeira Sacra ha servido para sacar a la luz un patrimonio del que había pocas pistas: las pinturas murales renacentistas que permanecieron siglos ocultas al ojo humano bajo la cal o bajo otras capas de policromía. La joya de la corona es el templo chantadés de Santa María de Nogueira de Miño, la llamada ‘capilla sixtina de la Ribeira Sacra’ por la calidad y el tamaño de sus frescos, pero los templos de Lobios, Pinol o Proendos, en Sober; el de Seteventos en O Saviñao; los de San Vicente o Baamorto, en Monforte; o los pantoneses de Pombeiro, Eiré o Atán también guardan un patrimonio de gran valor.
En las distintas restauraciones efectuadas en la última década en la iglesia de Santa María de Nogueira, financiadas por la Xunta de Galicia, salieron la luz las pinturas que cubren todo el interior del templo y que fueron realizadas entre 1560 y 1571. De estilo renacentista, se le atribuyen, en parte, al Maestro de Nogueira y otras a sus discípulos. Están realizadas al fresco sobre un mortero de cal y arena.
En el muro norte del templo se comenzó la rehabilitación en el año 2012 de la mano de Crea Restauraciones. Las técnicos invirtieron meses en desencalar todo el tramo. Sorprendió en aquel momento la calidad de los murales encontrados. Se limpiaron, se fijó el mortero y se hizo un minucioso trabajo de reestructuración cromática.
En este muro destaca un excelso mural del Juicio Final que llevaba más de 200 años cubierto por la cal y por las sucesivas reformas del templo. Se representa a Cristo rodeado de ángeles que sostienen los elementos de la Pasión, la corte celestial preside el conjunto sobre los condenados y el infierno. Es este mural el que se le puede atribuir al Maestro de Nogueira.
Más tarde Crea inició la recuperación de las pinturas del presbiterio. Las catas previas alertaron de un estado desigual de conservación de los elementos, especialmente delicado en la bóveda. Tras meses de trabajo pudieron descubrirse y consolidarse escenas como la de la Anunciación a la Virgen, con el arcángel Gabriel a la izquierda y la Virgen a la derecha. En el centro un Pantocrátor preside la escena entre nubes. Bajo la línea de imposta se puede ver el martirio de San Sebastián a la izquierda y un sistema Trinitario a la derecha. En esta parte del templo se mezclan los estilos, las temáticas y la presencia de otros artistas distintos al Maestro de Nogueira.
Sober acoge varios templos con pintura mural. La conexión más directa con Nogueira es la de San Xillao de Lobios, cuyos murales se recuperaron el pasado año. Por el gran parecido estilístico con los frescos de Nogueira de Miño se ha estimado que las pinturas de Lobios debieron de ser realizadas en la misma época, la segunda mitad del siglo XVI. Pero la iglesia de Sober presenta una peculiaridad que la distingue de la Chantada. En ella se ha conservado en parte un fragmento de otro mural más antiguo que representa el nacimiento de Cristo y que, por sus características, puede datar de entre finales del siglo XV y principios del XVI. Los pintores posteriores decidieron respetar ese mural y protegerlo, algo poco habitual en la época.
En las demás partes conservadas del conjunto pictórico se muestran escenas del Juicio Final, con imágenes de Cristo en majestad y de San Pedro recibiendo a los bienaventurados. Los murales ocupan 106 metros cuadrados.
PROENDOS Y PINOL. En Sober destacan las pinturas de Proendos y Pinol. En el caso de Santa María de Proendos los frescos cubren el presbiterio, los muros laterales y la sacristía. Fueron descubiertas por el párroco en los años 70 y restauradas en el año 2002. Tienen características de la pintura renacentista, como el intento de lograr la perspectiva, el tratamiento de los paños o el detalle de introducir en las escenas elementos arquitectónicos. Recogen las escenas de la Adoración de los Reyes Magos; Huida a Egipto; La Anunciación (en la cabecera, el lugar más destacado del presbiterio); La Visitación; San Blas; La Adoración de los Pastores.
San Vicente de Pinol recuperó sus murales renacentistas en 2020 tras ocho meses de trabajos de restauración. De todo el conjunto destacan varias pinturas, entre ellas la del ermitaño y la de San Cristóbal como salvador de la gente. Los profesionales que ejecutaron la restauración explicaron que la obra cuenta con "elementos que no se ven en otros murales de este estilo hispano-flamenco".