Rodrigo Cota: La esencia del ser humano

Sabino sabía sembrar sus propias dudas entre los demás, sabía discutir y hacía pensar tanto como pensaba él
Caricatura Sabino Torres
photo_camera Caricatura Sabino Torres

"La filosofía es todo. Es la meditación. Sin ella se pierde la esencia del ser humano. Y no hace falta ser de alta escuela. Hasta un gañán puede meditar".

Esto lo dijo Sabino Torres el 24 de abril, no hace ni un mes. Quedó grabado en un vídeo casero. Estaba ya viviendo su agonía. Sabía que se estaba muriendo y lo aceptaba con sana resignación. No pasó sus últimos días atormentado, amargado ni arrepentido. Los pasó meditando. Algunos recibimos ese vídeo como una especie de microtestamento intelectual. Para mí es un regalo precioso y esclarecedor que Sabino Torres, que ha dedicado la mayor parte de su vida a pensar, a leer y a escribir, a sus 92 años y a punto de morir, reconociera la misma capacidad de filosofar a un catedrático y a un gañán, concediendo por principio la misma categoría a las conclusiones del uno y del otro. La capacidad de pensar, de razonar y de expresarse es lo único que iguala a un gañán y a un ilustrado, a un pobre y a un rico. En todo lo demás, que son cuestiones de boato y dinero, no hay dos personas iguales.

Hace una semana le pedí permiso para contar una historia suya, la de un amor imposible con una chica a la que vio sólo una noche y se pasó el resto de su vida soñando con un reencuentro. Nos la contó en la plaza del Teucro, en una noche memorable que acabó muy de noche, entre otras muchas historias, algunas de ellas inconfesables para cualquiera que no hubiera sido Sabino Torres. Yo quise contarla con Sabino vivo porque esa historia de amor es un homenaje al protagonista. Nos dijo que sí, que se podía contar: "Sois unos coñones".

Cuando uno conoce a alguien como Sabino Torres, su obra va pasando a un segundo plano. Es la persona la que adquiere protagonismo, sobre todo porque su obra te la va narrando él entre caña y caña y siempre resulta mucho más esclarecedora cuando te la cuenta el protagonista que cuando te la escribe. Dos charlas con él daban para mucho, y hasta la fecha no he conocido a nadie que no se haya sentido abrumado por la potencia personal e intelectual de Sabino Torres. Yo a Sabino seguiré leyéndolo siempre para recordar cómo hablaba, para revivir los textos con su voz y con sus gestos.

Sabino queda en las bibliotecas y en las hemerotecas. Eso es lo que siempre se apreciará de él: el haber sido un motor cultural de esta ciudad, que atravesó muros y fronteras. A mí es lo que menos me impresionaba de Sabino porque eso ya lo daba por descontado cuando nos presentaron. Una obra como la de Sabino puede escribirla una buena persona o una mala persona; puede escribirla un engreído ansioso de autobombo, como un servidor, o puede escribirla un ser admirable. Sabino sabía sembrar sus propias dudas entre los demás, sabía discutir y hacía pensar tanto como pensaba él. Y sabía engatusar y jugar con quienes escuchaban. Aquella noche en la plaza del Teucro nos contó el caso del cuadro de la Mimitos. La Mimitos era una prostituta muy querida en Pontevedra. Demasiado querida por mucha gente, de hecho. Tanto que Rafael Alonso le había pintado un cuadro. Cuando ella despareció de Pontevedra, rompió decenas de corazones, algunos irrecuperables. Años después, un vecino recaló en Amberes y allí, en un prostíbulo, vio el cuadro de la Mimitos. Sabino nos contó eso de manera tan literaria que al día siguiente se publicaron dos o tres crónicas sobre el cuadro de la Mimitos y de ahí salió una película que lleva rodando Manolo Yáñez desde hace varios meses.

Sabino Torres, a sus años, aprendía algo cada día. Aprendía de todo y de todos. Del de alta escuela y del gañán. Por eso pensaba tan bien y nos enseñaba tanto. Yo no voy a echar de menos al Sabino cronista o poeta. A ése lo tendré todos los días por todas partes siempre que lo necesite. Yo estoy extrañando ya al Sabino conversador, el que se encendía y despotricaba contra todo lo que odiaba y hablaba como recitando un poema cuando describía aquello que amaba. Ése es el Sabino al que echará de menos tanta gente que lo ha conocido. Ése es el que ya no está. También es verdad que recordando cualquiera de las charlas que alguien haya tenido con él, tiene materia para reflexionar toda una vida. La meditación, que como dijo Sabino Torres el otro día, mantiene la esencia del ser humano.

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