''Tiña quince anos cando estreei os primeiros zapatos''

Estreaba un pantalón novo
Estreaba un pantalón novo

Si el Domingo de Ramos no estrenas algo, te cortan las manos. Ese era el estribillo que siempre se repetía.

Pilar Iglesias Osorio / Lugo

El Domingo de Ramos estrenábamos la ropa y los zapatitos de charol. Siempre tenía que estrenar unos zapatitos de charol, si no, no iba contenta, porque quien no estrena en Ramos, no tiene manos, y yo siempre las tuve. Los zapatos me los compraban antes, pero no se estrenaban hasta ese día.

Marina López Rodríguez / Barreiros / Sarria

Mi tío Agustín, leonés de nacimiento y gallego de adopción, repetía siempre un refrán de su tierra: «El domingo de Ramos, quien no estrena algo es que no tiene manos». Así que, para demostrar la existencia de tan necesarios apéndices, cada Domingo de Ramos mi madre nos permitía usar por primera vez una prenda de ropa para asistir a la procesión de la Borriquita. Recuerdo que un año yo estrenaba unos zapatos preciosos, de color azul marino, que en cuanto salí de casa empezaron a hacerme unas rozaduras tremendas en los pies. No me quejé: sabía que me exponía a quedarme sin procesión, así que aguanté hasta el final con los pies doloridos, prometiéndome a mí misma que el año siguiente estrenaría cualquier cosa menos unos zapatos.

Marta Rivera de la Cruz / Lugo

El domingo de Resurrección la gente joven y campesina acostumbraba a engalanarse con flores y a estrenar alguna prenda, algún traje, algo que le diferenciase de lo cotidiano o corriente en este domingo, origen y partida de todos.

Narciso Peinado / Lugo

Eran unas fechas todavía más tristes de lo habitual. Es un tópico decir que la vida bajo el franquismo era gris pero en llegando el lunes santo se volvía totalmente negra, rematadamente oscura y triste. Tras el paréntesis del Domingo de Ramos en que todavía se podía sentir alegría en el ambiente, tal vez porque tocaba estrenar algo y las celebraciones eran festivas. Ya sabes, en Domingo de Ramos, o estrenas o no tienes manos. Y no era cosa de quedarse manco, con la que estaba cayendo.

Carlos Varela Prieto / Lugo

Siempre estrenábamos ropa el Domingo de Ramos. No sé por qué, pero era así. Mi madre decía que si no, no teníamos manos. Y el Jueves Santo estrenábamos el velo para ir a visitar las iglesias. Antes se llevaba el velo a la iglesia. Hoy todo eso ya pasó. Mi nieta dice que soy de la era pasada.

Sara Armesto Pereiro / Monforte de Lemos

Fomos á festa das Dores a Grallás, e como é unha festa de fin de verán, ía fresco. Daquela meu pai comprárame unha preciosa gabardina que eu todo chulo levaba no brazo de cara á festa das Dores. Chegamos alí e tanto eu como os meus compañeiros, iamos polo menos 20 ou 30 rapaces, deixamos nunha cantina, a de Antonio das Cortes, a roupa toda que nos sobraba nunha pila. Cando rematou a festa, fun buscar a miña gabardina e a prenda tiña desaparecido. Así que nin sequera cheguei a estrear a gabardina que me regalou meu pai. E recordo que daquela a Garda Civil, un garda que chamaban Diéguez, dixo: ‘Imos dar unha volta por aí a ver se lle atopamos a gabardina a este rapaz, que ti non a vas estrear, pero el tampouco o fará, ímoslla romper no corpo». E quedeime sen a gabardina da festa das Dores de Grallás.

Eloy Rodríguez López / Portomarín

Tiña quince anos cando estreei os primeiros zapatos. Desde moi novo axudei traballando de carboeiro no monte.

Manuel Díaz Fernández / Montañadagra / Becerreá

Cando viña a festa estreabamos tamén un vestido e uns zapatiños.

María Vecín López / Veiga de Brañas / Zanfoga / Pedrafita do Cebreiro

El Orfeón organizó el 5 de marzo de 1911 una fiesta en el Círculo. En los descansos de la fiesta, las mamás comentaban con escándalo la nueva moda de la falda pantalón, que en todo el mundo promovía tantas disputas. Aquí se hicieron coplas alusivas y en los bailes las máscaras ridiculizaban aquella moda, que se juzgaba atrevidísima e impropia de la mujer...

José Trapero Pardo / Lugo

Pecho os ollos e véxome co mandilón rosa cunha dobrez dianteira, con aquel colo duro de plástico branco, que tan insoportable era cando chegaba a calor, suxeito co lazo de veludo azul que eu non era quen de que se mantivera atado. Cos dous petos que tiñan a estraña tendencia a engancharse en todas as esquinas e a estar sempre descosidos, mesmo rachados. Aínda que teño que recoñecer que iso só lles pasaba aos meus, porque para a miña sorpresa e desgraza, os da miña irmá Carmina mantíñanse sempre impolutos.

Encarnación Rivas / Monforte de Lemos

Mis amigos se reían de mí cuando me hice un traje, pues creía que el traje crecía conmigo. Como dicen por ahí, Palito Romero. Lo cuidaba y lo planchaba extraordinariamente, porque solo había uno. Si una muchacha me llamaba la atención, siempre me gustó acercarme, aunque después me rechazara, pero hacerlo sin ningún tipo de complejo. Era muy osado. Yo no tenía dinero para ir a un café, pero dentro de mis tremendas limitaciones, cuidaba mucho mi aspecto personal. Cuidaba la ropa y me lanzaba.

José Guerrero / Lugo

Unha vez viña diante de min en bicicleta un rapaz que caeu. Estreaba un pantalón novo, mazou os xeonllos e veu sangrando onda min, para dicirme: «Oiches, Eloy; que dirá miña nai cando me vexa co pantalón roto?». Eu díxenlle: «Preocúpate máis do xeonllo que che está sangrando».

Eloy Rodríguez López / Portomarín

Íbamos a por el agua a las fuentes, a por la leña a los montes, para cocinar, para calentarnos, para cocer el pan... Vestíamos ropa hecha por las costureras y los sastres del pueblo. Calzábamos de ordinario madreñas de madera de aliso o abedul, de árboles del país hechas por artesanos del pueblo. Para las fiestas poníamos zapatos comprados en las tiendas de las villas cercanas.

Cándido Sanjurjo / Ribadeo

En Burela hubo mucho dinero, no digo que no lo haya ahora, pero el mar dio mucho. La gente cambió a mejor, antes tenías el zapato azul marino y, si acaso, uno blanco por el medio y ahora, por ejemplo, yo tengo una nieta de 22 meses y tiene unos zapatos para cada vestido.

Ana María López Oca/ Burela

Ao comezar o inverno, traíannos á Gran Bretaña e mercabannos uns zapatos Gorila, que duraban meses e anos... Sempre se miraba o seu estado e se mantiñan bos, tirabas con eles unha temporadiña máis. Eo ao chegar o verán, igual. As sandalias, Segarra ou Gorila, facían o verán enteiro. Algunha vez, de maneira anecdótica, como nos gustaba ter zocos, nos premiaban cuns. Levaban a zoca e o coiro ao zapateiro para que os unise. E o zapateiro, o pobre, tiña que aguantarnos todos os días alí preguntando se xa estaban listos.

Tareixa Campo / O Incio

Antoloxía da Memoria de Lugo:El Progreso: luns, mércores e sábados.TeleLugo: martes, ás 22,00 horas. Reemisión diaria. Dirección: José de Cora. Imaxe: Memé Díaz. Ilustracións: Vinicius. Fotografía: Arquivo EP.

Comentarios