Procesión laica

EN L'Hospitalet de Llobregat, ciudad contigua a Barcelona, tan próxima que muchas de sus calles se confunden con las de la ciudad condal, de tal suerte que cada una de las aceras es término municipal de un de un municipio y la contraria del otro, se ha celebrado este Viernes Santo, como viene sucediendo desde hace 36 años el desfile procesional de una peculiar cofradía denominada ‘15+1’, que desarrolla sus actos en forma similar a cualquier otra cofradía de Semana Santa. Dos pasos han salido de su sede, en la plaza de la Bóbila, primero el de ‘Nuestro padre Jesús Nazareno’, y después el de la de la ‘Virgen de los Dolores’. Ambos, informa una noticia publicada en la prensa, «han sido precedidos por la centuria romana y los nazarenos y encabezados por el presidente de la cofradía y la alcaldesa de L’Hospitalet, la socialista Núria Marín. Con cantos improvisados de saetas de algunos devotos, gritos de ‘guapa’, algunas lágrimas y muchos aplausos, la procesión ha recorrido las principales calles del barrio de Can Vidalet de Hospitalet».

Lo peculiar es que los estatutos de la cofradía 15+1, según relata la información no han sido aprobados por las autoridades eclesiásticas de la Iglesia católica ni, según parece deducirse del texto, por los de ninguna otra. Carece, pues, de personalidad canónica, y supongo que su personalidad jurídica es la propia de una asociación de derecho civil. La devoción de inmigrantes (sic) andaluces, cuenta la noticia, que llegaron a Hospitalet hace cuarenta años y echaban de menos las tradiciones de su tierra, condujo a su creación. Pero la iniciativa, según cuenta el relato, no contó con el beneplácito de la autoridad eclesiástica, que, de ser cierto lo que se afirma, no accedió a erigirla en su día con arreglo al derecho canónico, como es común. Por ello, se cuenta, «los fundadores decidieron organizar la procesión al margen de la Iglesia».

La noticia no es nueva, pues hace más de un lustro que las imágenes de la citada cofradía 15+1 procesionan en la indicada localidad. Tampoco lo es que su desfile sea mimético de los que estos días, con diversos acentos y características salen a las calles de ciudades y pueblos como expresión de religiosidad en primer término, y también como algo arraigado en la tradición de los fieles.

Sin embargo, es llamativo también el nombre: 15+1, que no se sabe a qué hace referencia, si al número de fundadores y a un cofrade que luego se sumó o en definitiva a que otra cosa. Lo cierto es que si se trata de una cofradía de culto, y eso parece, sorprende que en su denominación no figure el objeto de su devoción.

La Iglesia católica no tiene el monopolio de la oración, claro que no. Y los laicos pueden rezar, cómo no, sin la presencia o participación de los obispos, sacerdotes y diáconos. Claro que, nada menos que una congregación romana cuida de que el culto divino y la disciplina de los sacramentos, se ajusten a los cánones establecidos para que estos se desarrollen adecuadamente, es decir, sin mixtificaciones y al margen de lo que, conforme a la doctrina, pudiera ser arbitrario, extraño o contraproducente.

La apariencia de la procesión que comento es la de una manifestación religiosa organizada por una cofradía católica. Pero no lo es, aunque sus miembros puedan ser miembros, aunque laicos, de la Iglesia.

Y es que el desfile en la vía pública de imágenes representativas de Cristo y de la Virgen María no puede ser solo expresión más o menos brillante de una tradición. Si fuera así, tal como revela la noticia que inspira estas letras, ¿por qué los devotos rezan, cantan saetas y alaban a su manera a aquello que representan las figuras?

No creo que el acontecimiento comentado sea una manifestación de libertad propiamente, porque concierne a las creencias y a los sentimientos de otros, que pueden sentirse legítimamente incomodados, por mucho que coincidan en alguna medida con los que impulsan a los que organizan y participan en la meritada procesión.

Es cuestión bien expresada por la máxima: «unidad en lo esencial, libertad en lo accesorio y caridad en todo». Ahí está la respuesta. Para los católicos claro. También en Cataluña.

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