'Prime time'

MIENTRAS LOS belgas, franceses u holandeses se están lavando los dientes y poniendo el pijama para irse a la cama los españoles estamos sentándonos a cenar. Después, es decir, a las 22.30 nos situamos confortablemente en el sillón a ver nuestra serie favorita.

La ministra de Sanidad Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, dice que esto es muy tarde y que es necesario que las televisiones adelanten el inicio de su ‘prime time’, esa franja de programación donde se concentra el nivel más alto de consumo de televisión y donde los programadores colocan sus programas de mayor audiencia. El razonamiento de la ministra es simple: si nos sentamos a ver nuestro programa favorito a las 22.30, no nos acostamos antes de las doce de la noche. Levantarse temprano se hace cuesta arriba y el rendimiento en el trabajo se resiente. En definitiva somos menos productivos y por tanto menos competitivos que nuestros vecinos del norte.

La respuesta de muchos programadores no se ha hecho esperar, sobre todo de los privados que son los que más tarde acaban su ‘prime time’ ya que ellos, además, son los que incluyen cortes publicitarios. «Nosotros programamos en función de los horarios de la gente» dicen en su mayoría. Una respuesta a todas luces sensata.

Tal vez estemos planteando mal las cosas o, en todo caso no estamos identificando de manera adecuada el origen del problema. ¿Realmente el error es el horario del ‘prime time’? Hay que tener en cuenta que este asunto solo afectaría a menos de la mitad de la población española, la que ve la tele a esas horas, porque la otra mitad está haciendo otras cosas, (felizmente).

Sin lugar a dudas que somos menos competitivos a pesar de pasar más tiempo en el puesto de trabajo, o sea además de poco rentables, tontos. Pero el problema está en los horarios del trabajo, del comercio y de los centros educativos. Si trabajamos hasta las ocho de la tarde y aún vamos a hacer la compra hasta las nueve no cenamos hasta las diez y por ende nos sentamos delante de la tele a partir de las diez y media. El horario de las emisiones de las películas, series o concursos no está en el origen del problema sino que nos es más que una consecuencia. Ataquemos, pues, el origen.

El informe aprobado por la unanimidad de los grupos políticos en el congreso de los diputados como documento base para la elaboración de la futura, esperada y necesaria nueva ley de conciliación propone las medidas de manera nítida: un horario laboral intensivo, de 9 a 6, como la gran mayoría de nuestros vecinos. Una pausa para comer que no supere la hora, también en los centros escolares. Un horario comercial que no cierre a mediodía y un cambio en nuestro huso horario son las claves para comenzar a implementar el cambio. No es una tarea fácil pero habrá que saber si estamos dispuestos a ser más competitivos o si lo que queremos es mantener nuestra ‘spanish way of life’ cueste lo que cueste.

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